Hace cinco años que Sopetrán Domènech no mostraba su obra al público guadalajareño. Ahora lo hace con 'Ventanas al alma', la exposición que acoge la Sala de Arte Antonio Pérez del Centro San José hasta el 5 de noviembre. En ella no sólo se vuelve a demostrar la maestría e inventiva que esta briocense atesora al pincel, sino que también se descubre la notable evolución tanto técnica como personal que ha experimentado en este tiempo, apartada ya profesionalmente de su segunda vocación, la docencia. Como siempre, es una auténtica delicia disfrutar del singular talento de Domènech.
¿Cuándo y cómo descubre su vocación por la pintura?
Desde que era chiquitita. Estudiaba en las monjas en Brihuega y con cinco años ya hacía pequeños dibujos que me alababan. En cuanto tenía un poco de tiempo, me ponía a dibujar. Mi madre también dibujaba muy bien y mi padre me animó mucho. En vez de frenarme en esa afición, me estimularon a que la desarrollara. A los nueve años, descubrí el óleo y empecé a pintar en lonas o en lo que encontraba por ahí. En la pintura y en el arte he sido muy atrevida, en mi vida cotidiana mucho más comedida. Luego, lo que fui estudiando en Bachiller, sobre todo a nivel de dibujo, y en la carrera de Magisterio. A partir de ahí, te empiezas a abrir a un mundo de posibilidades.
¿Se considera autodidacta?
En Bachiller y Magisterio, más que enseñarnos, lo que nos daban eran ideas. Y por mi cuenta he sido mucho de experimentar, lo que no quiere decir que no vaya a exposiciones, que haya ido a museos... Y de todo eso algo va quedando. Lo curioso es que, a veces, ves ideas en otros que tú has sentido y las ves reflejadas incluso en otras épocas, lo que me hace pensar que hay algo común en los artistas.
La artista plástica Sopetrán Domènech. - Foto: Javier PozoUn pintor, ¿nace o se hace?
Las dos cosas. Se nace y, luego, te tienes que ir haciendo y construyéndote poco a poco.
¿Cómo se definiría como artista?
Me resulta muy difícil porque he cambiado tanto... En este momento, lo que me refleja muchísimo es el título de mi última exposición: 'Ventanas del alma'. Es abrirme al mundo, al exterior. A través de estas ventanas se puede ver un poco de mi alma:lo que yo pienso, lo que yo siento. Ysi, al mismo tiempo, por esa ventana entra luz al que la mira, pues entonces es mucho más bonito y me genera mucha más satisfacción.
¿Cómo ha sido su evolución?
Siempre ha sido mucho de experimentar. Pero lo fundamental de todo es el trabajo. Pero no el trabajo entendido como sacrificio o renuncia. Al revés, es un trabajo gozoso, que te gusta, que es placentero porque te encuentras contigo mismo. La base fue el dibujo y, luego ya, todo lo demás. Siempre he querido pintar todo y crear y crear.
La artista plástica Sopetrán Domènech. - Foto: Javier Pozo¿Qué ofrece al espectador en esta nueva muestra?
Es todo obra nueva desde la última vez que expuse hace cinco años. La principal diferencia es que le estoy dando mucha importancia a la materia, me tengo que basar en la materia para expresarme.
¿Qué sensaciones le transmite el público que la ve?
En general, veo que la gente se va sorprendida y satisfecha. Aunque creo que, más que el público, quienes tenían que apoyar más el arte son las instituciones en general. Van manteniendo las cosas como se hacían siempre, pero no se evoluciona. Se considera que esto de una exposición es algo privado tuyo, de lo que tú te vas a beneficiar. Y no es así. Yo me puedo beneficiar como artista, pero esto es cultura y la cultura es algo público. Habría que cambiar ese chip.
Vemos que en esta exposición se ha atrevido con la escultura...
Si, es una faceta nueva. Todo empezó con una piedra del mar que me trajo mi hijo y, como a él le gustan mucho los dragones, decidí realizar el que se expone en esta muestra y que está compuesto por muchos materiales. Los materiales no se dan de tortas, tienes que dejar que se aproximen y que intenten convivir. Y pueden hacerlo de manera muy bonita. Tras la escultura del dragón, hice la del Neptuno y alguna más. Pero todavía estoy desarrollando esta faceta. Lo que también quiero es sacar algún personaje de mis cuadros y hacerlo en tridimensión. Es expresar una idea de otra manera, que adquiera otra dimensión.
Su obra también es de temática muy variada...
Es que debo de ser así. En mi cabeza bulle la naturaleza como una constante, la música también y, por supuesto, la pintura.
¿Cuáles son sus referencias artísticas, si las tiene?
He sido siempre muy ecléctica. Admiro a una enorme cantidad de pintores, cada uno en su faceta, incluso actuales. Admiro al pintor que me demuestra sensibilidad, que me demuestra que es un verdadero artista porque también hay mucho acomodaticia, en todas las épocas. Los pintores deberíamos de hacer ese ejercicio de humildad e intentar meternos un poco más en esos otros pintores gracias a cuyos descubrimientos estamos aquí.
Aparte de la pintura, y ahora también la escultura, destaca en otros ámbitos de las artes plásticas como es la ilustración. ¿Sigue cultivando esa vertiente?
Últimamente menos, porque en ese ámbito tengo menos encargos. Pero trabajo según van surgiendo las cosas. De todas formas, siempre tengo obra empezada y sé que esa obra la voy a terminar porque, yo obra que empiezo, obra que termino. Es cierto que la puedo dejar un tiempo reposando, pero terminarla, la termino.
En ese sentido, ¿es una artista muy disciplinada?
Soy una artista disciplinada cuando me meto en aquello que estoy haciendo. Sin embargo, soy un poco anárquica en horarios, en el espacio. Pero a la hora de trabajar soy muy perfeccionista.
¿Hay algún material o técnica por el que sienta predilección?
El óleo ha sido constante en mi carrera. Desde el principio hasta ahora. Nunca renuncio al óleo. De hecho, cuando no sé hacer algo, no se cómo afrontarlo o terminarlo, siempre recurro al óleo. Es un material único, sirve para todo.
En su vida ha tenido dos vocaciones: la docencia y la pintura. ¿Cómo se han llevado entre ellas?
Muy bien. Creo que yo he aportado a la docencia y la docencia me ha aportado a mí. Ahora pinto como pinto porque he sido maestra. Esta alegría de colores, si no has estado en contacto con niños, es más difícil plasmarla. La profesión docente y los niños me han dado mucho, sobre todo, recursos. Y eso, luego a la hora de ponerte en tu trabajo de pintora también te sirve.
A raíz de jubilarse como maestra, hace ya una década, ¿se ha volcado mucho más en la pintura?
Sí, claro. Me he agarrado a la pintura. Ahora mismo, la pintura es prácticamente el cien por cien de mi actividad, al margen de mi familia. No es que le dedique muchísimas horas, porque no lo concibo como un trabajo forzado, pero ahora soy más productiva simplemente porque tengo más tiempo.
¿Pinta más el cerebro, el ojo o la mano que ejecuta la técnica?
Las tres cosas. Muchas veces están tan unidos y coordinados que parece hasta increíble.
Aunque ha trabajado como docente al margen de ser pintora, ¿cree que es difícil vivir del arte?
A nivel profesional nunca me he dedicado al arte. Es algo que he hecho porque he querido y eso me ha permitido ser independiente, no estar sujeta a los gustos del público. He sido una artista totalmente libre. La obra que he vendido o que me han encargado, la he hecho como he querido. Es bueno vender porque hay que expandir la obra, pero que eso no sea algo que te marque o que te ponga cortapisas porque entonces no estás vendiéndote a ti ni a tu obra, estás vendiendo lo que otro quiere y eso es algo como un poco falso.
¿Hay algo que le inspire de manera especial?
La naturaleza, la luz, los colores. Pero muchas veces la inspiración viene más de dentro hacia fuera que de fuera hacia dentro. Las dos cosas. Y la música muchísimo también. Pintar con música es otra cosa.
Pero, ¿suele pintar con música?
No siempre. Ahora también valoro mucho el silencio porque me ayuda a encontrarme más contigo misma. Con el silencio no te influye nada.
¿Tiene un cálculo aproximado de las obras que ha podido realizar a lo largo de su carrera artística?
La cuenta de la lleva mi marido, que es mi mayor colaborador y lleva un catálogo de mis obras. Creo que son unas mil y pico. No sé el pico.
¿Algún proyecto a la vista?
Nunca pinto para exponer. Cuando tengo obra, me lo planteo. Pero esta exposición sí que me gustaría llevarla a alguna otra ciudad porque esta gustando mucho y es una pena que se quede sólo aquí. Me gustaría que la disfrutara más gente. Y seguir pintando y creando, aunque no me quepan las obras en casa (risas).
¿Y seguirá experimentando?
Sí claro. Lo que me gustaría experimentar con la luz y las sombras, jugar con el movimiento, crear una exposición más dinámica en la que hacer partícipe al espectador del propio cuadro. Algo como más inmersivo con espejos… Pero para eso necesitaría otro tipo de sala.