La proliferación de los pisos turísticos en Toledo, una de las ciudades que recibe más viajeros de la región está llegando a límites insospechados. La situación que viven los vecinos de Buenavista 24 es quizás el caso más grave de la expansión de los apartamentos turísticos en la ciudad. El Casco Histórico y sus alrededores copan sin duda toda la oferta de este tipo de viviendas, que han desplazado los alquileres de larga duración por la elevada rentabilidad que supone a los propietarios tener más movilidad en sus pisos.
Toledo es una ciudad eminentemente turística y, además, cuenta con el hándicap de no haber podido desarrollarse urbanísticamente al mismo ritmo que otras poblaciones de su entorno, al tener un Plan de Ordenación anulado en 2007 y estar ahora conviviendo con un Plan General de los años ochenta.
Esa falta de construcción de vivienda también ha generado un problema añadido en la ciudad, que son los elevados precios de su mercado inmobiliario, al no existir oferta de vivienda nueva y ser la de segunda mano más escasa que la demanda.
Con todo eso como telón de fondo, no sorprende que la expansión de los apartamentos turísticos haya llegado ya a un barrio residencial como el de Buenavista, en el que se da la circunstancia de que hay bastantes bajos comerciales cerrados y sin uso desde hace décadas.
La apertura de los centros comerciales en la ciudad frenó el comercio de barrio en Buenavista, y hoy principalmente los bajos comerciales en uso en la zona se dedican básicamente a la hostelería. Con sus locales cerrados, muchos propietarios han decidido darle un nuevo uso a sus inmuebles y, como ha sucedido ya con los trasteros de Buenavista 24, plantean hacer apartamentos en varios bajos de la Ronda.
de un supermercado a cinco apartamentos. Uno de esos casos se da en Buenavista 27. En esa urbanización existe un local enorme que hace años albergó un supermercado. El negocio cerró por diversos motivos y desde entonces permanece cerrado.
Recientemente, los propietarios del local comercial han planteado a la comunidad la posibilidad de realizar obras. El motivo no es otro que construir en ese enorme bajo hasta cinco apartamentos con sus cinco pertinentes salidas a la calle, motivo por el cual necesitan de la autorización de la comunidad de propietarios.
Los vecinos, en contra del proyecto, han acordado cambiar las normas estatutarias de la comunidad, impidiendo formalmente que los locales comerciales se reconviertan en apartamentos.
Además, con el fin de blindar aún más la urbanización, han acordado prohibir que pueda existir en sus portales piso turístico alguno.
Lo mismo ha pasado calle arriba, donde en varias urbanizaciones con locales comerciales vacíos han propuesto el cambio de uso.
Muchos de los propietarios de esos bajos niegan que vayan a destinarse a alquiler turístico, pero la sombra de la sospecha y el riesgo de generar un foco de molestias es demasiado elevado para los vecinos que, por todas las comunidades, se han apresurado a modificar las normativas para poner veto a los pisos turísticos.
La situación ha llegado a un punto que algunas piscinas comunitarias que no controlaban el acceso de sus vecinos han comenzado a hacerlo, al haberse detectado en varias urbanizaciones de Buenavista la presencia de turistas que acuden a bañarse a urbanizaciones cuando en realidad están alquilados en pisos cercanos que carecen de piscina.