Una hermética ceremonia

Gonzalo Sánchez (EFE)
-

El Vaticano empieza un tiempo excepcional con la realización de un antiguo ritual para escoger a la máxima autoridad de la Santa Sede

Una hermética ceremonia - Foto: Ronald Pena R

Cuando un Pontífice fallece, la Iglesia católica queda en sede vacante, es decir, un período excepcional que concluirá con la celebración de un antiguo y ceremonioso ritual para buscar un sucesor, conocido como el cónclave.

Del latín cum clave (bajo llave), se trata de una reunión en la que los cardenales menores de 80 años se reúnen en la Capilla Sixtina, a puerta estrictamente cerrada, para elegir un sucesor al difunto, y no volverán a la libertad hasta completar su misión.

A Roma

Tras la muerte del Papa, la Santa Sede queda en manos del camarlengo, actualmente el estadounidense Kevin Farrell. Lo primero será convocar a Roma a todos los purpurados para las exequias y para organizar la sucesión.

Los preparativos

Los cardenales deberán consensuar la fecha del cónclave, que se celebrará antes del vigésimo día de la proclamación de la llamada sede vacante.

Aislamiento

El proceso se celebra con los cardenales encerrados para animar evitar interferencias. Esta práctica surgió en 1270, cuando los habitantes de Viterbo, entonces sede pontificia, hartos de años de indecisión, encerraron a los príncipes de la Iglesia hasta elegir sucesor. Funcionó y el designado fue Gregorio X.

Modo de votación

La elección se hará por escrutinio secreto. Para que sea válida la elección del Pontífice se requieren dos tercios de los votos.

El primer día de encierro se realizará una sola votación y en los días posteriores, en caso de fracasar, dos por la mañana y dos por la tarde.

Las papeletas

El scrutinium contará con tres cardenales encargados de escrutar el proceso y tres de revisarlo. Las papeletas serán rectangulares y en ellas se lee Eligo in Summum Pontificem, mientras que en la parte inferior habrá un espacio para escribir el nombre del elegido.

Recuento

Una vez que todos han votado se procede al recuento. Los escrutadores leerán en alto cada papeleta mientras otro toma nota y un tercero las perfora con una agua e hilo, uniéndolas en ristra.

Las fumatas

Tras cada votación, se quemarán los votos en una estufa instalada para la ocasión en la Capilla Sixtina. El color del humo que salga por la chimenea anunciará al exterior el resultado: si es blanco, significará que se ha alcanzado un acuerdo. Si es negro, el cónclave deberá seguir. 

Habemus Papam

El último paso será anunciar la elección al mundo: Habemus Papam es la fórmula que el protodiácono exclamará desde el balcón de la basílica. El nuevo pontífice se presentará al mundo e impartirá su primera bendición Urbi et orbi.