Un salto hacia atrás, una mala caída. El 23 de septiembre, ante el Villarreal, Ter Stegen sufría una «rotura completa del tendón rotuliano de la rodilla derecha». En aquel momento, el Barça volaba en LaLiga, el plan de Hansi Flick tenía pinta de revolución productiva y los ojos se pusieron sobre Iñaki Peña. El técnico alemán abogó por la continuidad del canterano… que en el siguiente partido del torneo encajaba cuatro goles en Pamplona (4-2). El mensaje empezaba a calar de abajo arriba, hacia el palco: para completar la temporada, hace falta otro portero de garantías.
«Se busca: arquero sin ficha, probablemente retirado, con experiencia, tranquilidad y buen juego con los pies». De todos los de la lista, aquel polaco impronunciable fue el elegido. Wojciech Szczesny, que con 34 años ya estaba disfrutando de la 'dolce far niente' y un paquete de Chesterfield, contó con el apoyo interno de su amigo Lewandowski para 'desjubilarse' y firmar su última aventura entre los palos.
Fue espectador de lujo durante cuatro largos meses de 2024, contemplando cómo el Barcelona pasaba de la gloria de octubre (goleadas a Bayern y Madrid) a la miseria de noviembre/diciembre. Y Flick decidió tocar la tecla del portero. El 4 de enero debutó oficialmente como guardameta azulgrana, en un partido de Copa ante el Barbastro. Salidas en falso, penaltis torpes, cierta lentitud de piernas, excesos de confianza… todo se ha criticado mucho desde que se calzó los guantes y 'hurtó' la titularidad a Peña. Sin embargo, su entrenador lo defendió con una frase incuestionable: «Desde que juega, no perdemos». Siete han sido los partidos, ocho los goles encajados… pero seis victorias y un intrascendente empate (2-2 ante la Atalanta). Ni una derrota. Ni siquiera con errores groseros como ante el Real Madrid (expulsado, ya con 5-1 en el marcador) o el Benfica (el Barça corrigió un 4-2 con responsabilidad del cancerbero en un 4-5 épico).
Aunque la lógica invita a pensar que Flick entregará hoy la titularidad a Peña (que ya disputó el duelo de octavos ante el Betis), esa condición de 'talismán' que el técnico ha otorgado al polaco puede cambiar las tornas. Szczesny, según cuentan en Barcelona, está disfrutando del último coletazo de una carrera que empezó a tomar forma hace casi 20 años.
Hijo de portero (Maciej Szczesny, del Legia, fue internacional polaco en los años 90), cambió el baile de salón y el lanzamiento de jabalina por los guantes y, cuando apenas tenía 16 años, los tentáculos del Arsenal llegaron hasta ese muchacho espigado de 1,95 metros que -sin debutar- ya entrenaba con el primer equipo del Legia de Varsovia. No tuvo una evolución sencilla (una rotura en ambos antebrazos en una sesión de gimnasio detuvo su progresión) ni facilidades (Fabianski, Almunia y Mannone eran los tres porteros de los 'gunners'). Salió cedido al Brentford, regresó como tercer guardameta y la suerte le sonrió al fin cuando una doble lesión de los dos primeros arqueros le entregó la titularidad. La aprovechó… hasta 2015, cuando trascendió que había sido sancionado por fumar en las duchas y el Arsenal fichó a Cech y a Ospina.
Probó suerte en la Roma (cedido) durante dos cursos y finalmente encontró su sitio en la élite con la Juventus: siete años cargados de títulos hasta que en agosto de 2024 anunciaba su retirada. Nada le había preparado para recibir 'aquella llamada', pero cogió el tren del Barça. Un último viaje para el portero grande y excesivamente tranquilo al que se le notan más los errores que los aciertos. Sin embargo, sigue ganando.