Terminó de confeccionarse el 'plano' y deben marcarse los itinerarios del Sínodo emprendido «caminando juntos». El obispo de la diócesis, Julián Ruiz, ya tiene en sus manos todas las conclusiones extraídas de este prolongado e intenso proceso. Arranca un periodo de reflexión para recopilar y dar forma a las ideas y planteamientos aprobados y trasladarlos a los planes pastorales de los próximos años en base a primacías. Una labor que podría comenzar a dar sus frutos coincidiendo con el inicio, en septiembre, del próximo curso.
Monseñor Ruiz se muestra «muy satisfecho y agradecido» por el «gran trabajo» realizado porque, pese «al golpe duro y la sacudida»que supuso durante más de año y medio la pandemia, las primeras fases del movimiento sinodal "han concluido con gran tono, enorme generosidad y mucha disposición». «Se percibe ilusión y esperanza. Estoy muy contento no solo de lo vivido sino de lo que nos espera», relata monseñor.
Según explica a La Tribuna, no solo fueron numerosas las propuestas recibidas por los participantes sino que «tienen enjundia» y «hay mucha creatividad. El Espíritu Santo está animando y hay respuestas fantásticas», asevera dichoso el obispo.
El obispo de la diócesis, Julián Ruiz, se muestra contento con el desarrollo del Sínodo - Foto: Javier PozoAsí, cuestiones como la situación de la familia, de los jóvenes, los mayores, enfermos y colectivos vulnerables, la evangelización o las vocaciones, aparecen claramente en las conclusiones, algo previsible y que el propio prelado atribuye a que «son el objeto de nuestra ocupación y preocupación». No obstante, Ruiz precisa que, una vez estudiadas, escogidas y planteado el plan pastoral, también habrá que llevarlas a los órganos sinodales. Esto podría conllevar, fácilmente, entre tres y cinco año, aunque aclara que al inicio de cada curso se podrá el énfasis en los aspectos particulares que se consideren más oportunos. La primera fecha podría ser el inicio del próximo curso.
¿Y cómo le gusta definir el Sínodo a Monseñor Ruiz? Para el obispo es un «caminar juntos» que ha servido para plantear «una panorámica global con las luces largas», para tomar el pulso y el latido de la realidad actual y afrontar ahora los desafíos venideros.
«Ilusión y esperanza».
Ruiz llegó a la diócesis cuando el movimiento sinodal había sobrepasado con creces su ecuador. Sin embargo, se puso rápidamente al día y es a él a quien compete extraer la esencia y determinar las prioridades. «Una vez que hemos encendido las luces largas y hemos visto la perspectiva hay que poner las cortas». «Hemos reconocido nuestras posibilidades, visto nuestras capacidades y observado las limitaciones. Nos ponemos en ruta y lo vivimos», recalca al tiempo que destaca que con este proceso sinodal lo que se busca es «una Iglesia en salida, misionera, que no se contente con hacer las cosas como se han hecho siempre y que no esté en la retaguardia, aguardando a que las personas vengan sino que salga a la calle y al debate público y entre en contacto con la gente». «Esto no es un borrón y cuenta nueva, pero tampoco se hará todo inmediatamente ni en un solo curso», relata.
«Se busca una Iglesia en salida, que no se quede en la retaguardia y que salga a la calle»
Al obispo de la diócesis no le preocupa tanto el número como la calidad del testimonio, la potencia del evangelio. Si bien admite la disminución de vocaciones religiosas y un menor apego a la doctrina de la Iglesia, remarca que hay jóvenes que viven y trabajan en clave cristiana. «Ahí tenemos una potencia».
Son nuevos tiempos. Sin embargo, nos comenta que, para garantizar algunos servicios, en la diócesis ya se lleva trabajando de forma colaborativa y con mentalidad «más abierta», lo que incluye una mayor participación de los seglares allá donde sea necesario. Para Ruiz, esta diócesis es «una bendición de Dios, con paisajes preciosos», pero marcada por las heridas de la España deshabitada: el envejecimiento, la dispersión y la despoblación, de ahí que sean también tres retos a tener en cuenta.
Y ante este hecho, Monseñor Ruiz pone en valor la capacidad resolutiva de los propios seglares en muchos de los ámbitos eclesiales: como catequistas, profesores de religión o cuidando el patrimonio. Y recuerda que, en virtud del propio bautismo, tienen también una responsabilidad. Sin duda, «hay cosas que hacen mucho mejor, con mayor habilidad y destreza que la que pueda tener un sacerdote. Nos pueden ayudar porque son Iglesia», concluye convencido.