La conflictividad se viene asociando con reiterada asiduidad a muchos de los proyectos de energías renovables en pueblos y comarcas. En este sentido, conscientes de esta incómoda situación, que genera duros enfrentamientos dialécticos, ha surgido el proyecto Eudemon, apoyado por la Fundación Europea del Clima, para facilitar el entendimiento en estos procesos complicados mediante el diálogo. Una iniciativa social en favor del diálogo, que ya ha empezado a ser aplicada en varios proyectos en España, y cuyas líneas generales (www.centresostenibilidad.cat/eudemon) han quedado plasmadas en un protocolo de actuación para su aplicación.
Tanto Castilla y León como Castilla-La Mancha son territorios que ofrecen unas reconocidas posibilidades para el avance de la transición ecológica. En su caso el presidente regional castellanomanchego, Emiliano García-Page, siempre ha destacado la capacidad de la región en la tracción de inversiones en el marco de las energías renovables, recordando que el 77,4% del parque de generación castellanomanchego emplea recursos naturales como el viento, el sol y el agua para producir electricidad. Es, por tanto, un foco de interés para la implantación de este tipo de energía verde.
En su origen, los promotores de esta iniciativa proceden de diferentes organizaciones sociales concienciados de que «el respeto y la escucha» son las pautas para impulsar una nueva cultura que facilite el acuerdo, según reconoce Jaume Moya, portavoz y referencia del grupo de trabajo que engloba Eudemon y cuya filosofía de actuación está disponible para su desarrollo allá donde sean requeridos. En su documento, y conscientes de la situación, este grupo deja constancia escrita de que «la transición energética es una realidad en construcción y que hay muchas preguntas y dilemas por resolver». A partir de ahí, se despliega todo un detallado plan de análisis, de actuaciones en diferentes áreas y de propuestas siempre encaminadas a allanar el camino y facilitar el acuerdo.
Este proyecto surge consciente de que existen situaciones conflictivas. Un ejemplo sería la campaña desplegada por la Fundación Prada A Tope que se opone a la proliferación de grandes parques eólicos y fotovoltaicos en zonas de El Biezo por el impacto que acarrearía para el desarrollo del medio rural y agrícola de esta zona.
Conscientes de situaciones conflictivas, en opinión de Moya, «se trata de implicar en la búsqueda de soluciones a todos los representantes de la sociedad sobre la base de compartir el compromiso de alcanzar los objetivos climáticos», dando respuesta como sociedad a «situaciones globales». Todo ello desde un punto de partida de falta de acuerdo, pero que en el protocolo de Eudemon se apela a «aprovechar el conflicto como una oportunidad para analizar la situación creada y buscar soluciones a partir de ahí», añade.
Aunque Eudemon recibe su nombre del proyecto desarrollado en la comarca del Alto Penedés, el plan de actuación conocido genéricamente como 'Renovemos las renovables' se ha venido aplicando en distintos proyectos de energía renovable en localidades como Andévalo (Huelva), Barasoain (Navarra) o Talayuela (Extremadura), entre muchos otros. En todos ellos, la implantación de proyectos relacionados con las energías renovables, bien solar, fotovoltaico o eólico se han comprometido con la preservación de la biodiversidad, la salvaguarda del suelo y el agua, así como la protección del paisaje.
Como idea transversal para atajar la conflictividad, que es el punto de partida de la aplicación de esta iniciativa, Moya subraya que «el objetivo en la resolución del problema es dejar atrás la disputa inicial, aunque no se acabe por erradicar, pero que no impida abrazar el acuerdo y sacar adelante el proyecto con el convencimiento de todas las partes concernidas».
Una vez que exista el convencimiento de todas las partes interesadas en buscar una solución favorable al enfrentamiento inicial que provoca el proyecto energético, empieza a desarrollarse el manual que ha desplegado Eudemon. Es ahí donde la misión de elegir el facilitador más adecuado del futuro entendimiento resulta determinante y, sin duda, rodeada de una lógica complicación. «Hay que dar con el perfil adecuado, que sea aceptado por todas las partes, que entienda la misión de que va ser el conductor de este proyecto de diálogo, que mantenga su neutralidad obviamente y que debe conseguir la empatía mutua», destaca Moya.
En paralelo, se contempla la creación de un Consejo Asesor representado por todas las partes implicadas, que deberán trazar las líneas de actuación. «Se trata de definir el conflicto, su origen, tener claro quiénes son los afectados, ver su participación en las posibles comisiones que vayan a crearse, pero siempre procurando que el tema no se dilate en exceso», dice Moya. Precisamente la posibilidad de que no se vean resultados inmediatos o de que se prolongue excesivamente el proceso siempre juega en contra de la eficacia del plan. Un hándicap lógico al que pudiera añadirse, incluso, la sucesión de informaciones periodísticas o en redes sociales que enrarezcan el ambiente y compliquen la búsqueda de soluciones amistosas. Por todo ello, «es fundamental aprovechar al máximo las oportunidades de acuerdos que vayan surgiendo y trasmitir esta sensación de que se van consiguiendo cosas en positivo tanto a nivel local como de la propia comarca». Para conseguir ese necesario ambiente social favorable, el protocolo de Eudemon también contempla la celebración de jornadas y talleres que permitan «visualizar» los trabajos que se están realizando para que «aumente la concienciación y la participación» en la búsqueda de este diálogo «que debe acabar favoreciendo a todos en la implantación de todo proyecto de energía renovable», concluye Moya.