Victoria incontestable del PP en Galicia. Alfonso Rueda consiguió ayer mantener la mayoría absoluta, con un 47,4 por ciento de los votos, y los populares gobernarán los próximos cuatro años en solitario por quinta ocasión consecutiva, con 40 diputados, dos menos que en 2020, pero con prácticamente el mismo respaldo que registró Alberto Núñez Feijóo. Una noche triunfal para los de Génova, en la que también destacó el BNG de Ana Pontón, que cosechó seis parlamentarios más que en la anterior cita con las urnas, y, sobre todo, un PSdeG que obtuvo el peor resultado de su historia, con solo nueve escaños, cinco menos, situando el total de los sufragios del socialismo por debajo del 15 por ciento; un batacazo sin paliativos que merece una reflexión en Ferraz. Democracia Ourensana logró un diputado, mientras que Sumar, Podemos y Vox se quedaron sin representación.
Pese a que el CIS de Tezanos y algunos medios preveían un resultado muy ajustado e incluso vaticinaban la posibilidad de que el bloque formado por el BNG y el PSdeG podrían dar el sorpasso al PP, las urnas dictaron sentencia y constataron que Galicia es uno de los feudos más fiables del país para los populares. La salida de Feijóo de la región hacia Madrid y la última semana de campaña, trufada de ruido y errores, tanto por la filtración de las negociaciones de Génova con Junts como por algunas de las declaraciones realizadas en varios mítines, habían generado dudas entre las filas conservadoras, más aún cuando el pasado viernes recibían algún tracking electoral inquietante que hacía saltar algunas alarmas. Sin embargo, Alfonso Rueda, con un talante sosegado y un perfil que ha ido de menos a más, cosechó una victoria sin paliativos, revalidando una mayoría absoluta que también refuerza a Feijóo y, en definitiva, a todo el Partido Popular en la primera cita con las urnas tras las generales del pasado 23 de julio.
El triunfo del PP es aún mayor que en las anteriores elecciones en lo que respecta al número de votos -más de 688.520 por los 627.762 de 2020-, en unos comicios que registraron una participación también histórica que superaba el 67%, lo que supone un 18% más que hace cuatro años y la mayor en lo que llevamos de siglo.
Alguna luz y varias sombras
Tras los populares se situó el BNG de Ana Pontón, que consiguió más de 458.000 apoyos, lo que se tradujo en 25 diputados, seis más que en las anteriores elecciones. Los nacionalistas gallegos esperaban más y fue una noche de sensaciones encontradas, ya que aspiraban a convertirse en la alternativa con el apoyo de los partidos de izquierda. Pontón, que lideraba por tercera vez la candidatura del BNG, ha llevado a la fuerza a cotas históricas, concentrando el voto que apostaba por el cambio.
El candidato popular, junto a la secretaria general del partido en Galicia, Paula Prado, celebran la victoria en las urnas. - Foto: Lavandeira JR (EFE)La debacle llegó de la mano de los socialistas gallegos. La candidatura de José Ramón Gómez Besteiro, que fue respaldado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y todos los ministros de manera contundente durante la campaña, sufrió un fracaso histórico en las urnas ante un electorado altamente polarizado que apostó por los nacionalistas como opción para liderar la alternativa. El PSdeG obtuvo solo nueve escaños, cinco menos que en 2020, con cerca de 203.000 apoyos, cerca del 14 por ciento del total.
El electorado de izquierdas en Galicia ha funcionado históricamente como una especie de vasos comunicantes que apostaban por una u otra fuerza en función del tipo de comicios y de las circunstancias.
Democracia Ourensana, la fuerza del mediático alcalde de Orense, Gonzalo Pérez Jácome, logró entrar en el Parlamento por primera vez en su historia, aunque el éxito, como él mismo reconoció, no era el esperado, ya que aspiraba a convertirse en la llave de la gobernabilidad para la conformación del Ejecutivo autonómico.
Mientras, Sumar no consiguió representación, tras quedarse a una distancia considerable de lograr entrar en el Parlamento gallego, con menos del 2 por ciento de los votos. Ni la apuesta de Marta Lois como candidata, que renunció como portavoz parlamentaria en el Congreso, ni la implicación y el origen de Yolanda Díaz, sirvieron para empujar a la formación a obtener el resultado al que aspiraban para ser decisivos en un eventual ejecutivo de coalición con BNG y PSdeG.
Asimismo, Vox tampoco logró representación en el Parlamento gallego, y se quedó lejos del 5 por ciento en todas las provincias, mínimo para intentar optar a un escaño. La presencia constante de Santiago Abascal no fue suficiente para una formación, que continúa sin poder entrar en el Parlamento gallego, el único autonómico que se le resiste.
Por último, Podemos, que finalmente decidió no concurrir con Sumar y que se presentaba por primera vez en solitario en la comunidad, registró un resultado que evidencia su debacle y escenifica sin ambages el rechazo de un electorado que ha apostado por otras formaciones tras cosechar un mísero 0,3 por ciento.