Hace tan sólo una semana, se constituían los ayuntamientos de España después de la celebración de los comicios locales a finales de mayo. En Guadalajara, este acto oficial se llevó a cabo en el edificio principal del Ayuntamiento situado en la Plaza Mayor, a tan sólo unos metros del lugar en el que históricamente se reunían los representantes de la ciudad durante dos siglos, en la Plaza del Concejo.
No es el único lugar en el que se ha reunido el Concejo de la ciudad pero fue el escogido por el alcalde Javier Irízar para recordar esta institución que tuvo gran importancia en los siglos XIV y XV.
Las reuniones del Concejo se celebraban en los atrios de las iglesias de San Andrés, Santo Domingo El Viejo y San Gil, siendo este último el emplazamiento, curiosamente, en el que menos sesiones se habían celebrado.
La iglesia de San Gil fue uno de los tres templos en los que se reunió el Concejo entre los siglos XIV y XV. - Foto: Javier PozoDe hecho, antes de que la plaza adquiriese el nombre actual, en 1975, el espacio estaba dividido en dos y llevaba los nombres de San Gil, en clara referencia a la iglesia, y del médico filántropo Manuel González Hierro.
El Concejo de la ciudad varió mucho su composición con los siglos pero, este órgano, con carácter general estaba compuesto por un procurador general que pertenecía a la nobleza, dos alcaldes de hermandad, cuatro alcaldes ordinarios que pertenecían a los distritos de Santa María, Santiago, San Gil y San Nicolás y que tenían a su servicio a varios andadores o subalternos. Además, estaba integrado por cuatro jurados que tenían que resolver todos los pleitos, un alguacil mayor que podía también nombrar un sojuez o lugarteniente, un alcalde alzadas que llevaba las apelaciones contra las sentencias de alcaldes y jurados, un escribano de padrones, un capellán, un pregonero, varios almotacenes o inspectores de pesos y medidas, un carcelero, seis músicos, un alférez que era portador del estandarte de la ciudad, varios alcaldes de cañadas y por último, varios guardas o caballeros del monte y de las viñas que también podían tener peones como ayudantes. En el siglo XV, hubo ocho regidores que se sustituyeron por mayordomos.
En el año 1480, se decide construir el primer edificio público para el Concejo, a instancia de los Reyes Católicos para fortalecer las administraciones locales, y se decide hacerlo al lado del atrio de la iglesia de Santo Domingo El Viejo que estaba situado en el espacio que hoy ocupa la Plaza Mayor.
Fotografía de archivo del momento de la inauguración del bajo relieve dedicado al levantamiento comunero en la ciudad del edificio Arriaca en abril de 2022. - Foto: Javier PozoPoniendo ahora la atención en las ruinas que sobreviven de la iglesia de San Gil, un ábside mudéjar deja entrever cuál fue la composición de una iglesia del siglo XIII que pudo ser el centro de la ciudad medieval al estar en un emplazamiento destacado en el que confluían cinco calles como es la forma de una estrella.
El Archivo Municipal custodia el expediente de demolición de la iglesia de San Gil, fechado el 5 de enero de 1921. En él, el arzobispo de Toledo cede al Ayuntamiento la propiedad y posición del edificio para su derribo, quedando el solar para ensanche de la vía pública o para los fines que el Ayuntamiento acuerde. Esto ocurre en un momento en el que la iglesia de San Gil era candidata a recibir el título de Monumento Histórico-Artístico Nacional por parte de la Academia española.
En los años 70, el Ayuntamiento construyó el Centro Cívico, conocido popularmente también como edificio negro, incorporándolo a los restos arqueológicos. Hoy, este edificio ha sido remodelado, ahora se conoce como Arriaca Digital, y acoge en su entrada desde abril de 2022 un bajo relieve del artista local Sergio del Amo para conmemorar el quinto aniversario del levantamiento comunero de Castilla en la ciudad.
La obra narra en tres escenas el acontecimiento histórico. A la izquierda, si nos situamos de frente, el juramento del conde de Saldaña y Francisco de Medina ante el pueblo en la plaza del Concejo. En el centro, el palacio del Infantado preside una escena protagonizada por nobleza y clero. Y por último, está la representada huida del conde de Saldaña con su mujer tras la derrota, sufriendo las penas de prisión y destierro.