Para media España la Semana Santa significa vacaciones, diversión, descanso. Para la otra media, además de descanso, tiene un significado muy distinto, con un innegable fondo religioso pero que trasciende la religión. Para estos últimos, su Semana Santa está relacionada con las cofradías, las procesiones, los pasos y tronos, siempre con el trasfondo evangélico aunque con frecuencia, con mucha frecuencia, la desvinculan de todo lo relacionado con la religión.
Hace falta vivirla, y vivirla además en escenarios muy distintos, para sentirla. Nada que ver la Semana Santa andaluza con la castellana, la de las grandes ciudades con la de los pueblos pequeños, cada una con sus vírgenes y cristos más emblemáticos, con sus ritos, sus sonidos, sus tradiciones y la historia de las imágenes que salen en procesión. Porque la Semana Santa es también arte. Y cultura.
Más allá de quienes buscan ocio y libertad sin horarios, ajenos a todo lo que acompaña a unos días muy señalados en el calendario de los cristianos, la Semana Santa española es especial, porque incluso quienes durante todo el año se consideran ateos o agnósticos, la siguen con una devoción y una profundidad de sentimientos inexplicables. Se emocionan ante ·"sus" vírgenes y cristos; se persignan y rezan una breve oración aunque no lo hacen el resto del año. Cantan salves e himnos, y se sienten cercanos a los ejércitos – la Infantería, la Legión, la Marina- que acompañan a pasos y tronos. Se rompen las manos golpeando los tambores con los que honran sus imágenes, se pelean por llevar sobre sus hombres durante horas los pasos, hacen penitencia caminando, con frecuencia descalzos, para honrar a los que sufrieron el calvario.
Algo tiene la Semana Santa cuando provoca sentimientos tan profundos y sinceros en millones de personas a los que solo une que en estos días se sienten miembros de una comunidad, un mismo grupo, una misma familia.
Infinidad de extranjeros confiesan que no comprenden qué ocurre en España, con amigos que jamás pisan una iglesia pero en Semana Santa no faltan a su cita en Valladolid, Sevilla, Cuenca, Málaga, Calanda, Zamora o cualquiera que sea el pueblo o ciudad en el que han crecido.
Suele contar Antonio Banderas, que jamás falla en Semana Santa aunque esté rodando en otra parte del mundo, que en una ocasión invitó a un importante personaje de Hollywood para que comprendiera por qué esos días se marchaba a Málaga para salir en procesión con su cofradía. El amigo del actor seguía atento la salida de un trono de una Casa de Hermandad, ante una muchedumbre silente. De fondo, el sonido apagado de las alpargatas de los costaleros, y el himno que interpretaba una banda. El americano, girándose hacia Banderas con los ojos empañados, solo dijo "Esto es muy fuerte".
Pues eso. Que nadie ose tocar la Semana Santa en esta España con gobernantes que no cesan en su afán de destruir lo que más une, mientras impulsan iniciativas que rompen la sociedad.