Ecuador, tras los pasos de Trump

SPC-Agencias
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Después de llegar al poder en 2023 desde el mundo empresarial, Noboa es reelegido gracias a su política de mano dura y su apuesta por la liberalización de la economía, muy al estilo del líder de EEUU

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa - Foto: Daniel Becerril

Empresario e hijo de un magnate. Outsider de la política. Fuerte presencia en las redes sociales. Y un mandato de mano dura. Son rasgos que podrían atribuirse perfectamente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y, de hecho, le definen. Pero también son marca de Daniel Noboa, quien, a sus 37 años, acaba de ser reelegido para gobernar en Ecuador hasta 2029. Curiosamente, el mismo año en el que se agota el segundo mandato del líder norteamericano.

Pese a que, ideológicamente, el inquilino de la Casa Blanca es mucho más conservador y polarizante, el dirigente más joven de Latinoamérica ha adoptado ciertas cualidades del estilo populista de la derecha neoliberal, y eso que él mismo asegura ser de centro-izquierda. Es más, en sus comienzos, era un admirador de su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Durante su corta primera Administración, a la que llegó tras los comicios extraordinarios de 2023, a Noboa no le tembló el pulso a la hora de tomar decisiones polémicas, como la guerra declarada al crimen organizado, una lucha empañada por las denuncias de violaciones a los derechos humanos frente a las que respalda a las Fuerzas Armadas.

También implantó reformas económicas impopulares para equilibrar las Cuentas Públicas y, en el ámbito exterior, ordenó asaltar la Embajada de México para detener al exvicepresidente Jorge Glas, quien había recibido asilo político al declararse perseguido, lo que le enemistó con muchos gobiernos de izquierda.

«Caminar hacia adelante»

De la misma forma en la que Trump ha hecho de la campaña Make America great again su sello, Noboa también abandera, en una línea similar, el suyo propio. «Ecuador quiere ser diferente, Ecuador no quiere regresar al pasado, Ecuador quiere caminar hacia adelante», señaló el político sudamericano tras vencer en las elecciones de la pasada semana a la correísta Luiza González, que denuncia fraude.

El propio dirigente republicano le envió un mensaje de felicitación por su triunfo en las urnas, mostrando su convicción de que será «un gran líder» que «no defraudará».

Las interacciones entre ambos mandatarios han sido contadas hasta el momento -teniendo en cuenta que Trump regresó al Despacho Oval hace apenas unos meses-, si bien la sintonía es más que evidente. Ya lo demostraron a finales de marzo, cuando el presidente ecuatoriano viajó a EEUU para reunirse con el neoyorquino en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Florida, donde abordaron temas migratorios, económicos y de seguridad en una conversación informal «amena y positiva».

Esos son, precisamente, asuntos que centrarán los próximos cuatro años de Noboa, quien volverá a tirar de «mano dura» con reformas en la lucha contra la delincuencia y la liberalización de la economía, especialmente en la llegada de inversiones, alineándose en cierto modo con el pensamiento trumpista.

El fenómeno del 'outsider'

Tanto el inquilino de la Casa Blanca como el del Palacio de Carondelet se formaron en entornos empresariales antes de hacer su incursión en el mundo de la política, si bien ambos se presentaron en sus respectivas campañas como dos outsiders que buscaban romper con los viejos sistemas.

Un discurso que resulta curioso viniendo de parte del recién reelegido jefe de Estado. Nacido en Miami en 1987, creció en una casa en la que se respiraba política por todos lados, con su padre, el magnate del sector bananero Álvaro Noboa, en busca de convertirse sin éxito en presidente de Ecuador. Un sueño que heredó -y cumplió- después su hijo, al igual que ocurrirá más adelante con su fortuna, una de las mayores del país.

Su etapa educativa transcurrió en prestigiosas instituciones extranjeras y estuvo enfocado en las compañías familiares antes de dar el salto como asambleísta en 2021.

Noboa pertenece a la generación millennial y eso lo demuestra con un uso estratégico de los medios para conectar con sus votantes. Aunque habla poco públicamente, es un gran asiduo de las redes sociales, donde hace gala de sus rutinas de gimnasio y luce sus tatuajes del ave Fénix, el mismo nombre que tiene su programa de seguridad. También aprovecha sus vídeos en TikTok, donde incluso se llega a burlar de sus rivales.

Suele vestir a la moda juvenil pero de estilo imponente y no tiene miedo en ser blanco de memes al combinar un traje formal con aparatosos zapatos Prada de suela gruesa, como hizo durante la ceremonia de su primera investidura.