El vínculo de Francisco Sobrino con su ciudad natal

Beatriz Palancar Ruiz
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El artista quiso que su trabajo estuviera presente en la capital y en la provincia, y se ilusionó con la idea de que su museo se construyera en el antiguo Matadero Municipal por estar en el barrio de su infancia

Inauguración de la exposición de Francisco Sobrino para la Obra Social de Caja de Guadalajara en 1975. - Foto: Fotografía cedida por Pedro de Lucas

Sobrino definía a los artistas como los alquimistas del siglo XX. Sin duda, fue uno de los precursores del arte moderno gracias al desarrollo de  un nuevo lenguaje estético y visual apoyado en la geometría. «En el mundo, estaba triunfando el expresionismo abstracto y gracias a él y sus amigos del GRAV ( Grupo de Investigación del Arte Visual), en los años 50 y 60, surgió el arte geométrico en todo el mundo. Fue uno de los impulsores del giro en las artes visuales. Y hasta hoy», argumenta Pedro Jóse Pradillo, artista y técnico municipal de Patrimonio del Ayuntamiento de Guadalajara entre los años 2005 y 2024.

Precisamente, Pedro José Pradillo conoce de primera mano cómo se gestó su museo: «Él tenía claro que era de Guadalajara y que su obra tenía que venir a su ciudad natal. Por eso vuelve a una edad madura».

Instala un taller en un molino adquirido en Utande. Entonces conoce a dos personas que serán claves en el proyecto, el crítico de arte Francisco Vicent Galdón y el poeta José Antonio Suárez de Puga. Animado por ambos, surgen ideas que no se materializan como la creación de un museo de esculturas flotantes en el pantano de Entrepeñas, para lo se busca el apoyo de Francisco Tomey desde la Diputación Provincial, y un museo dedicado al artista en El Fuerte de San Francisco que se propone al alcalde José María Bris en el Ayuntamiento de la capital.

Casa natal del artista situada en la calle Manuel Medrano donde se colocó una placa en junio de 2014, pocos días después de su fallecimiento.Casa natal del artista situada en la calle Manuel Medrano donde se colocó una placa en junio de 2014, pocos días después de su fallecimiento. - Foto: Javier Pozo

Obras

El proyecto que sí fructifica es el de una gran exposición retrospectiva del artista, promovida por Francisco Vicent, que se celebró entre diciembre de 1998 y enero de 1999, con más de 400 obras expuestas en el Palacio del Infantado y en calles y plazas de la ciudad. «Una exposición tremenda, magnífica, la que se merecía el artista», define Pradillo, y en la que, lamentablemente, se vandalizaron algunas piezas.

No obstante, el punto de inflexión se produce en 2006, con motivo de unas jornadas de autor en el Teatro Auditorio Buero Vallejo cuando se construye para la ocasión una cámara de espejos llamada Espacio Vivo-Ambiente Natural, que hoy puede verse en el museo, y que queda bajo propiedad municipal tras la muestra.

Una de las obra más conocidas de Francisco Sobrino, ‘Relaciones’, que está situada en una de las entradas principales a la ciudad desde la autovía A-2.Una de las obra más conocidas de Francisco Sobrino, ‘Relaciones’, que está situada en una de las entradas principales a la ciudad desde la autovía A-2. - Foto: Javier Pozo

«El creador del museo fue el propio Francisco Sobrino que es el que me pone sobre la mesa su deseo de que se hiciese el museo», relata el entonces técnico municipal de Patrimonio. 

Javier Borobia y José Antonio Suárez de Puga presentan la idea de ocupar el antiguo Matadero Municipal al alcalde Antonio Román y, tras la firma de un protocolo en 2008, Pradillo se pone a trabajar con el artista, al que le gustó el emplazamiento por estar situado en el barrio donde pasó su infancia.

El Patronato de Cultura se encargó del diseño museográfico. «Pensamos en una colección de 90 obras, 30 compradas por el Ayuntamiento, 30 donadas por él y 30 en préstamo», detalla Pradillo sobre las reuniones con Paco.

No obstante, un robo en un domicilio del artista en Madrid y su fallecimiento hicieron que la mayor parte del medio centenar de piezas que hoy tiene el museo, excepto cuatro en depósito y cuatro donaciones, fueran adquiridas por fondos propios del Ayuntamiento. Y desde 2020, hay una más, titulada TIG, una caja de metacrilato sustraída en su taller de Malasaña que la autoridad judicial mantiene en depósito temporal hasta que se resuelva el litigio por su propiedad.

«Ya no podemos acceder a comprar obras. La única posibilidad es que la familia cambie esas cuatro depósito o, como ahora, que se va a traer algún móvil para esta exposición», dice Pradillo, porque, aclara, su precio en el mercado subió por existir el museo.

En la provincia, hay piezas destacadas como Relaciones, situada en la entrada principal de la ciudad; la Aguja Serial de la N-320 en Peñalver, o Transformaciones Inestables en Torija.  

Su presencia en la ciudad a pesar de la residencia francesa

Sobrino siempre estuvo muy presente en España y en Guadalajara a pesar de tener fijada su residencia en Francia. «Si vemos las exposiciones de arte geométrico español de finales de los 60 y de los 70, está Francisco Sobrino en todas. De hecho, en el Museo de Escultura al Aire Libre del Paseo de la Castellana, está él en la primera selección de obras. Siempre tuvo un contacto directo con la realidad española y con el mundo expositivo español», declara Pedro José Pradillo.

Francisco Sobrino protagonizó la primera gran exposición que organizó la Obra Social de Caja de Guadalajara, en noviembre de 1975; y en 1979, el Banco Exterior de España le encargó al el diseño plástico y arquitectónico de su sede en La Carrera. La obra se mantuvo hasta 2001 que demolieron toda la oficina. En 2003, el artista llegará a reclamar a la entidad propietaria del local una cantidad de 600.000 euro en concepto de indemnización por el daño moral ocasionado por la destrucción de su obra.

En su casa natal, situada en la calle Manuel Medrano, desde junio de 2014, se muestra una placa que le recuerda, homenaje que se realizó pocos días después de su muerte en Bernay.