«En este país todavía es incómodo hablar de ETA»

Inmaculada López Martínez
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La productora de 'La infiltrada', Goya a la Mejor Película, habla de la repercusión que tuvo su discurso en la gala de entrega de los máximos galardones del cine español y, por supuesto, de su querido pueblo, Yunquera de Henares

La productora cinematográfica de Yunquera de Henares, María Luisa Gutiérrez. - Foto: Nacho López

María Luisa Gutiérrez lleva más de 25 años dedicada y enamorada de la producción cinematográfica. Es socia de Santiago Segura en Bowfinger, la productora nacional más taquillera, y presidenta de la Asociación Estatal de Cine (Aecine). El reconocimiento público a su brillante carrera profesional le llegó gracias a La Infiltrada, Premio Goya a la Mejor Película y Mejor Actriz. Precisamente, esta guadalajareña de pro se convirtió en una de las grandes protagonistas de la gala de los principales galardones del cine español por la repercusión que tuvo su discurso. 

A nivel profesional ¿qué ha significado el Premio Goya a Mejor Película por 'La Infiltrada'?

Ha supuesto un antes y un después porque llevo muchísimos años peleando en la industria del cine para que se me reconozca como productora. Ser socia de Santiago Segura quiere decir que, muchas veces, te eclipsa. Cada vez que aparece su nombre, el mío desaparece, evidentemente, no porque él lo busque, sino porque él es el famoso. Esta película la he hecho yo, no ha estado Santiago, y la industria del cine me ha visto como alguien que hace películas. Y no sólo como una productora que hace películas taquilleras de carácter más comercial, por las que los críticos y los académicos parece que sienten  desprecio, sino porque he logrado un Goya a la Mejor Película, que es el galardón máximo cinematrográficamente hablando que se puede tener en este país. Por ello, a nivel de industria y académicos, este Goya me ha colocado en otro lugar.

¿Cómo vivió el momento y el después de recoger el galardón?

Dado como fue la noche, que lo dábamos por perdido, creo que no fui consciente hasta el día siguiente de todo lo que había pasado. La gente me dice que estuve muy tranquila hablando y así fue, pero creo que se debió a que estaba fuera de mí. Mi discurso generó mucho debate desde un punto de vista social, dio lugar a noticias y a comentarios y, bueno, en alguna red social incluso se me llegó a insultar. Entonces, es cierto, que después tuve unos días un poco de tristeza. No podía entender por qué me estaba pasando algo así cuando mi discurso estaba contextualizado y fue muy apropiado para el momento y la película que era.

¿Se esperaba el impacto mediático que tuvo su discurso?

Para nada, no me lo podía ni imaginar porque, justo el lunes anterior, habíamos recibido la Medalla del CEC (Círculo de Escritores Cinematográficos) como Mejor Película y mi discurso fue similar y no tuvo ese impacto. Lo que me he dado cuenta es que en este país todavía es incómodo hablar de ETA. Aunque lo haya pasado un poco mal, me alegro que mis palabras hayan generado debate y hayan puesto encima de la mesa la soledad que sienten las víctimas del terrorismo y el valor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que lucharon contra ETA. Lo que siento es que no haya tenido tanta repercusión otros aspectos que formaron parte de mi discurso como el hecho de que esta película es de mujeres o que en una industria sana tiene que haber cine comercial y cine de autor. Y tampoco mi mensaje de apoyo a la agricultura porque para mí es un sector que es muy importante visibilizarlo. En resumen, me parece bien el debate generado, no me lo esperaba y me da pena que los otros mensajes no hayan tenido la misma repercusión. 

Dicen que sus palabras abrieron un debate sobre la pluralidad ideológica en el cine español. ¿Lo ve así?

A mí es que me han llegado a preguntar si el cine es de izquierdas. Y he respondido que en la industria cinematográfica trabajamos personas, es un reflejo de la sociedad. Habrá gente de derechas, habrá gente de izquierdas y habrá gente de centro. Me parece que es simplificar las cosas, es esa necesidad que tenemos hoy en día de etiquetarlo todo y de tender a la generalidad. Pues no. En el cine hay de todo. De hecho, La Infiltrada ganó el Goya a la Mejor Película siendo una película que algunos han tachado de derechas y, bueno, la votaron los académicos.

Es hija y nieta de agricultores. ¿Sintió la necesidad de hacer ese alegato en defensa del sector primario?

Así es. Siempre he sido una firme defensora del sector primario porque conozco muy bien cuáles son sus  problemas, el de la España vaciada, el del mundo rural, el de esa agricultura y esa ganadería a las que no se da visibilidad. Entonces, me pareció que era la persona apropiada para hacerlo. Está muy bien que cuando alguien se siente abandonado, otros se acuerden de ti.

¿Cuáles son las claves del éxito de crítica y público de 'La infiltrada'?

Creo que la primera clave del éxito es que se trata de una historia real y que respira realidad. Y respira verdad porque trabajamos muchísimo con los miembros del operativo que cubrieron a la infiltrada en ese año que estuvo dentro del Comando Donosti. Luego, hay otra clave importante que es el hecho de que, hasta ahora, no se había hecho ninguna película de ETA contada desde el punto de vista de las Fuerzas del Estado o de todas esas personas anónimas que trabajaron en la lucha antiterrorista. Se habían hecho películas que se veían desde el lado de la víctima o del etarra, pero nunca desde este punto de vista y parece que  la gente tenía ganas. Creo que el público ha tenido un reconocimiento hacia todos esos profesionales.

¿Era una película necesaria?

La infiltrada fue una película necesaria desde el primer momento en que escuché contar la historia a un amigo. Desde ese momento, pienso que esa historia había que contarla porque pocas veces se pone en valor a toda esa gente que se juega la vida por el bien común.

¿Qué fue lo más difícil de hacer realidad esta película?

La dificultad mayor fue el intentar acercarnos lo más posible a la verdad. Es una película que supuso mucho tiempo de documentación. En el momento que entraron las guionistas, a partir de ahí, fue todo súper rápido, en un año teníamos toda la película prácticamente hecha y estrenada. Pero, hasta ese momento, hubo mucho problemas a la hora de buscar documentación, de encontrar el enfoque adecuado, de buscar a los compañeros de viaje apropiados para producirla, para coproducirla y para financiarla. Por la temática, no ha sido una película complicada de levantar sino, más bien, complicada de documentar. 

¿Siempre quiso dedicarse al cine?

No lo sabía. Estudié Empresariales en la Universidad Complutense de Madrid pero, circunstancialmente, entré a trabajar en una productora de cine. Cuando empecé a hacer el control de costes, a hacer películas por dentro, a aprender que cualquier cosa que se escribe en el guión tiene una traducción directa en números, me di cuenta de que había nacido para esto. Estoy totalmente enamorada de mi trabajo. 

¿Y qué es lo que más le gusta de su profesión?

Ver cómo nacen los proyectos, ver cómo desde una idea que se tiene, que la lees en un periódico o la escuchas en algún sitio, de repente, se construye una película que termina viéndose en la pantalla grande. A nivel profesional, cada película es como un hijo: la ves nacer, tienes el embarazo, tienes el parto... Otro aspecto muy bonito es que conoces a mucha gente. En cada película, trabajas con un equipo diferente.

Es presidenta de le Aecine. ¿Cuál es la misión de esta entidad?

Aecine es la única asociación a nivel estatal que aglutina a los productores independientes cinematográficos. Nuestra misión es defender que las películas vayan a las salas de cine, la producción cinematográfica.

¿Cómo es ser socia de alguien tan relevante como Santiago Segura?

Lo primero que te trae es trabajar con un profesional como la copa de un pino, yo no le puedo estar más agradecida a Santiago por la oportunidad que me dio en su día de trabajar con él para, después, ser su socia. La parte «mala» es que tu trabajo no se ve y se lo adjudican a él cuando es una labor totalmente distinta. Llevo 25 años produciendo películas y películas como Padre no hay más que uno, la saga de Torrente, A todo tren destino a Asturias... De hecho, tres de las cinco películas más taquilleras del año pasado, la producción es mía (Padre no hay más que uno 4, La Infiltrada y La Familia Benetón) y solamente Santiago Segura ha estado en la primera. 

¿Hay mucha diferencia entre producir una película de autor que una más comercial?

A nivel de trabajo, todos los productores hacemos películas para que tengan taquilla. Otra cosa es que somos conscientes de lo difícil que es hacer taquilla con determinadas temáticas o películas que pueden tener un recorrido más de festivales y de prestigio, pero menos de taquilla en salas. Pero lo dije en mi discurso: unas no podrían convivir sin las otras. Para hacer La infiltrada, que era una película de riesgo aunque ahora la veamos como un éxito, hay que hacer las películas como Padre no hay más que uno.

¿Qué supone en su vida Yunquera de Henares?

Yunquera de Henares es el sitio donde volver, es mi toma tierra.

¿Va con asiduidad?

Voy todos los domingos. Mi madre está ahí, mis hermanos están ahí, mis sobrinos también, uno de mis hijos está en Guadalajara... Siempre voy poniendo por bandera que soy de Yunquera de Henares porque, además, me parece muy triste la gente que oculta sus orígenes.

¿Echa de menos ese otro ritmo que se lleva en los pueblos o ya se siente urbanita?

Suelo pasar temporadas largas en Yunquera, me voy uno o dos meses aunque hace ya tiempo que no lo hago. La verdad es que me costaba mucho adaptarme porque veía que el ritmo era muy lento, pero ese ritmo lento del pueblo enseguida es sanador y te engancha y luego te da pereza volver. Y dentro de que soy urbanita porque vivo en Madrid, intento hacer una vida lo más sosegada posible y llevar un ritmo de vida normal.

 

¿En qué proyectos se encuentra inmersa ahora?

El 28 de marzo estrenamos Tierra de nadie, que la llevamos al Festival de Málaga la semana que viene. Habla de tres amigos de Cádiz que acaban siendo uno guardia civil, otro narcotraficante y otro depositario judicial. Lo que intentamos visibilizar con esta película es, primero, cómo Cádiz tiene un problema de narcotráfico que es real y que, desde fuera, no queremos ver. En segundo lugar, cómo la gente que vive allí, de alguna manera, lo tiene normalizado. También intentamos lanzar el mensaje de que tú puedes elegir tu destino. Estos tres amigos que nacen en el mismo lugar, terminan con vidas totalmente distintas y, por supuesto, a unos les va a ir mejor y a otros peor. Es un thriller protagonizado por tres Premios Goya (Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza) que no sabemos hasta dónde nos va a llevar pero que le hemos puesto el alma.