La Fiesta de los Gancheros recrea un antiguo oficio que perduró en el tiempo durante cinco siglos:desde el siglo XVI, cuando aparecen las primeras referencias documentales, hasta mediados del XX. En concreto, fue a finales de los años 40 cuando la consolidación del transporte por carretera en camiones acabó con esta actividad tan sacrificada, siendo definitiva su desaparición en la década de los 60.
En sus orígenes, se trataba de un trabajo realizado de forma temporal entre la primavera y el final del verano de cada año, que servía como un ingreso extraordinario en las familias de la comarca, dedicadas en su mayoría a una agricultura muy precaria. Se daba, principalmente, en el actual área geográfica del Parque Natural del Alto Tajo, abarcando así poblaciones tanto de la Serranía de Cuenca (Priego, Cañamares, Cañizares, Beteta y Santa María de Val) como de Guadalajara ( Peralejos de las Truchas, Taravilla, Poveda de la Sierra, Zaorejas y Peñalén).
Tal y como detalla Hermenegildo Herranz, miembro de la directiva de la Asociación Gancheros del Alto Tajo y gran conocedor de la materia, el principal grupo de gancheros se concentraba en el municipio conquense de Priego, mientras que en otros pueblos «se echaba mano de gentes para otras tareas complementarias». Los gancheros recibían su nombre por su única herramienta, un gancho o bichero, especialmente diseñada para su labor: una larga pértiga de dos o tres metros, generalmente de madera de avellano, con punta de lanza y un saliente curvo, como una garra de hierro acerado.
Lo fundamental para ser ganchero, además de una gran habilidad en el manejo del gancho, era el esfuerzo, el arrojo para afrontar los riesgos y el sentido del equilibrio. Y es que debían enfrentarse a las crecidas inesperadas del río, a pasos comprometidos y a la propia peligrosidad de ir subido sobre los inestables troncos, lo que provocaba numerosos accidentes y víctimas. A ello se sumaban las condiciones extremas de la climatología en la zona: inviernos largos y crudos, con frecuentes heladas y nevadas, primaveras y otoños lluviosos, y veranos secos y breves. «Estaban perfectamente organizados en cuadrillas y tenían distribuidas sus tareas», apunta Herranz.
Las maderadas llegaban a estar constituidas por miles de troncos con dimensiones que podían superar los 12 metros de longitud por pieza, llegando a ocupar más de 30 kilómetros del río. El conjunto de gancheros para conducirla no solía ser inferior al centenar, pudiendo llegar a ser necesarios más de 1.000 para las grandes maderadas formadas por unos 100.000 troncos. La duración de cada expedición oscilaba entre los tres y seis meses.
Una curiosidad del oficio es que la comunicación en el río entre los gancheros se efectuaba, debido a la distancia y el ruido, con un lenguaje no verbal propio.
Literatura y cine
En 1961, la ganchería fue objeto de interés del escritor Jose Luis Sampedro, recreándola en su famosa novela El río que nos lleva. Posteriormente, en 1989, Antonio del Real trasladó esta historia al cine, haciéndola si cabe más conocida entre el gran público. Según confirma Abel Moreno, secretario de la asociación, la Fiesta Ganchera «nunca hubiera existido» si Sampedro no hubiese escrito su novela, despúes llevada al cine. «Ver esa película fue lo que realmente animó a volver a rememorar y homenajear a los gancheros. La figura de José Luis Sampedro íntimamente ligada a nuestros pueblos», confirma. Tanto es así que el también humanista tuvo a bien participar en esta celebración en más de una ocasión.
La tradición preservada por familias y el trabajo de las asociaciones del Alto Tajo, junto a la novela y película que han hecho trascender al plano internacional el oficio de ganchero, contribuyó a declarar este evento como Fiesta de Interés Turístico Regional además de Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta. Asimismo, en diciembre de 2022, recibió el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Sin duda, la promoción de la Fiesta de los Gancheros supone también una oportunidad para el desarrollo sostenible de este territorio rural a través del turismo de naturaleza y la cultura tradicional, en uno de los espacios naturales protegidos más impresionantes y que más visitas reciben de la provincia.