Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Alguien en Vox se ha vuelto loco

12/07/2024

Abascal, Buxadé, Garriga, Millán, Cabanas … alguno de ellos, o todos ellos, miembros destacados de Vox, se han vuelto locos.

Han decidido romper los cinco gobiernos autonómicos en coalición con el PP -Valencia, Murcia, Castilla y León, Extremadura y Aragón- antes que aceptar a una docena o una treintena de inmigrantes a los que llamamos menas. Menores extranjeros no acompañados. En ningún caso más de 30, según el acuerdo al que ha llegado el gobierno central con los gobiernos regionales.

La imagen de insolidaridad que transmite Vox, de insensibilidad, de sectarismo al considerar delincuente a cualquier magrebí o subsahariano que llega a España poniendo en riesgo su vida porque en su país no tiene vida, es brutal. Rebasa en mucho a partidos extremistas abominables, y resulta que en España tenemos uno peor. Que considera despreciable a quien no es como ellos.

Sí, hay menores procedentes de África que delinquen, pero no todos son delincuentes. Como hay menores de familias españolas sin una gota de sangre magrebí o subsahariana que delinquen. ¿En menor porcentaje? Sí, pero los menas merecen al menos la oportunidad de tener una vida nueva sin delinquir. Y todos conocemos alguno, algunos, con un comportamiento ejemplar en España porque alguien les echó la mano que necesitaban.

Además de demostrar los dirigentes de Vox que carecen de una mínima conciencia social, una mínima compasión para quienes huyen de la miseria o de guerras raciales, religiosas o políticas, esos dirigentes de un partido que se dice democrático son incapaces de comprender que no hace mucho tiempo eran españoles los que emigraban a tierras lejanas huyendo del hambre o de la persecución política. Venden patriotismo, pero son incapaces de comprender el sufrimiento ajeno; venden que trabajan por el bienestar de los ciudadanos pero anteponen su xenofobia y la identificación de la delincuencia con el país de origen o el color de la piel, a la posibilidad de tomar decisiones desde gobiernos de coalición para avanzar precisamente en el bienestar de sus ciudadanos.

Sin ninguna duda, muchos de los españoles que votaron a Vox de buena fe, hoy sienten incredulidad, por no decir vergüenza, por la decisión de romper gobiernos antes que aceptar a un puñado de menores marginados a los que no han querido dar la menor oportunidad de demostrar que se puede confiar en ellos. Por no mencionar la pobre y torpe estrategia política: si rompen con el PP para acabar con los gobiernos regionales del PP, Vox desaparecerá en cuestión de meses. Ninguno de sus votantes perdonará que echen abajo gobiernos del PP para dárselos a la alternativa, a la izquierda aliada con populistas y nacionalistas radicales. Tampoco perdonarán a la dirección de su partido los centenares de cargos de Vox que pierden su despacho y la posibilidad de tomar decisiones en favor de sus ciudadanos.

Se comprende ahora que varios ex dirigentes de Vox, los más sensatos, hayan abandonado el proyecto. Lo que han debido escuchar en las reuniones de la calle Bambú…