El presidente de la interprofesional del ovino y caprino de carne (Interovic), Raúl Muñiz, supedita el futuro del sector a la internacionalización y, en concreto, pone el foco en esos destinos donde el consumo de cordero es «una obligación» por cuestiones religiosas. No duda al decir que la carne de cordero «es la más religiosa» porque es esencial para confesiones como el islam o el judaísmo y por ello centran sus exportaciones en zonas como el norte de África.
Frente a la caída del consumo nacional de cordero (-7,7% en hogares en el acumulado móvil a noviembre pasado), en dichos países hay un crecimiento de la población, de su poder adquisitivo y del consumo de ovino, ha remarcado. En España, en cambio, se ha quedado como «carne de celebración» frente al «consumo semanal» que había hace años; una tradición que «hemos perdido y no creo que haya vuelta atrás».
A nivel de cotizaciones, Muñiz ha recordado que 2024 fue un año «bueno», con recuperación de los precios del cordero gracias a una depreciación de los insumos y a un «buen» clima para el campo. A todo ello, se ha unido un descenso de la cabaña (medio millón de ovejas menos en 2024), con la consecuente rebaja de producción, según ha especificado. Esa menor cabaña, junto a la subida de la demanda de países como Marruecos, que pasan por una crisis de producción de cordero debido a la sequía, ha empujado al alza también del IPC de la carne de cordero a nivel nacional, que en febrero anotó una subida del 12,3%.
Muñiz es también presidente del grupo de trabajo Ovino y Caprino del comité de organizaciones agrarias y cooperativas europeas (COPA-COGECA). Se mueve entre la «esperanza» en el nuevo comisario de Agricultura, Christophe Hansen, de acercarse a la visión del productor y la «resignación» de saber que será «muy difícil» porque «nosotros necesitamos decisiones ágiles, valientes y rápidas», algo que choca con «la maquinaria de la UE».