«Guadalajara tiene desaprovechada la importancia de Recópolis»

Inmaculada López Martínez
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El historiador alcarreño acaba de jubilarse tras casi 40 años de trayectoria profesional en el Servicio de Cultura de la Diputación Provincial, más de 20 como jefe de este departamento e impulsor de importantes proyectos e iniciativas

El historiador guadalajareño Plácido Ballesteros. - Foto: Javier Pozo

Historiador, investigador, docente universitario, divulgador, albalateño de pro y gran conocedor de la tierra. Plácido Ballesteros es el erudito que acaba de jubilarse tras casi 40 años de trayectoria profesional en el Servicio de Cultura de la Diputación de Guadalajara, más de 20 como su máximo responsable. Un departamento del que han emanado numerosos estudios, proyectos e iniciativas de enorme transcendencia para la provincia.

¿Qué balance realiza de su larga carrera profesional en el Servicio de Cultura de la Diputación?
Creo que eso lo tienen que valorar los usuarios externos y los propios políticos que se han ido sucediendo en la Diputación en todos estos años. De lo que sí puedo presumir es de que he gestionado y trabajado con equipos de Gobierno de todos los colores políticos. Como ciudadano tengo mi ideología, pero como funcionario lo he tenido siempre muy claro: estaba al servicio de los ciudadanos y mi lealtad estaba con la institución a la que servía.

¿Fue difícil mantener esa independencia política?
Unas veces sí y otras no tanto. Pero, en general, he tenido muchísima suerte con los políticos que han gestionado el área de Cultura de la Diputación. No he tenido ningún diputado de trato difícil. Todo lo contrato, han sido personas con las que se ha podido trabajar. Otra historia es que hayan tenido más o menos poder o que hayan podido sacar adelante proyectos que querían o que desde el Servicio proponíamos.

El historiador guadalajareño Plácido Ballesteros.El historiador guadalajareño Plácido Ballesteros. - Foto: Javier Pozo

Entre los proyectos que salieron adelante, ¿cuáles destacaría?
El primer gran proyecto que propuse en la Diputación, en la época del presidente Tomey, fue el Plan de Organización de Archivos Municipales. Partiendo de la base de que los ayuntamientos de la provincia no tienen la capacidad técnica y, en la mayoría de los casos, tampoco económica de gestionar sus archivos, planteé que desde la Diputación ayudáramos para que toda la documentación histórica conservada en esos archivos estuviera bien organizada y cuidada. Salió adelante y, ahora mismo, podemos presumir de que toda la documentación anterior al siglo XX de la provincia está relativamente controlada y al servicio de la investigación y los ciudadanos. Ocurrió lo mismo con el Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara (Cefihgu). La Diputación tenía una magnífica colección de imágenes desde los años 50 del siglo XX producidas por el gran Tomás Camarillo y estaban ahí, pero tenían un uso muy restringido. Nos metimos con ello, descubrimos que, además de las fotografías, había películas de cine que, una vez restauradas, se puso de manifiesto que son casi el 90 por ciento de todo el cine hecho en Castilla-La Mancha que se ha conservado anterior a 1936. Eso estaba ahí, tocaba gestionarlo y desde el equipo técnico propusimos crear un centro específico que recuperara, conservara y pusiera a disposición de la ciudadanía todas las imágenes de la provincia anteriores a 1945. Así nació el Cefihgu, un centro modélico que ha sido copiado por otras administraciones. 

¿Algún otro logro importante?
Destacaría también el servicio de bibliobuses. Es un sistema que se inició en el Franquismo con buenos resultados. Sin embargo, cuando se puso en marcha el Estado de la Autonomías no hubo acuerdo entre la Diputación y Junta y dejó de funcionar durante bastantes años, lo que supuso una merma de los derechos de los ciudadanos. Afortunadamente, llegó un momento en que se repensó y se produjo el acuerdo entre ambas administraciones. Los técnicos tuvimos muy claro que había que recuperarlo y, a día de hoy, prácticamente el cien por cien de los ciudadanos de la provincia tienen acceso a la lectura pública gratuita gracias a este servicio. Por otro lado, mencionaría los convenios con la universidad. Siempre tuvimos muy en cuenta que la guía científica de la provincia tenía que ser la Universidad de Alcalá (UAH) y que había que articular mecanismos para que los esfuerzos investigadores del UAH repercutieran en políticas activas dentro de la cultura y de la ciencia de la provincia. Por eso, desde el Servicio de Cultura de la Diputación se han promovido todos los convenios que hay con la UAH, actualmente ocho o nueve, sobre patrimionio, cultura, despoblación, etc. 

El Servicio de Cultura de la Diputación también promueve publicaciones sobre Guadalajara...
Efectivamente. Desde el Servicio de Cultura siempre hemos tenido presente que hay publicaciones que por la vía comercial tradicional no tienen salida. Pero son publicaciones muy valiosas por el conocimiento que aportan sobre múltiples aspectos de la provincia. Para eso están las administraciones, para publicar esos estudios. Porque el dinero que las administraciones destinan a la cultura no es un gasto, es una inversión que siempre se recupera con creces por el servicio que se da a la ciudadanos. El caso de las publicaciones de la Diputación es el mejor ejemplo. La Diputación ha permitido que toda investigación del ámbito que sea sobre la provincia haya visto la luz. Y eso es algo muy importante. 

El historiador guadalajareño Plácido Ballesteros.El historiador guadalajareño Plácido Ballesteros. - Foto: Javier Pozo

Hace unos años se puso en entredicho el papel de las diputaciones provinciales. ¿Qué opina?
Efectivamente, hubo un momento en que se elaboró como política de Estado la desaparición de las diputaciones provinciales, estuvo a punto de ocurrir. No pasó porque fallaron algunos pactos políticos. Desde mi punto de vista, y aquí hablo más como ciudadano que como funcionario de la Diputación, lo que demuestra la realidad es que es posible que nominalmente las diputaciones hubieran desaparecido pero, al día siguiente, se hubiera tenido que crear un organismo llamado de otra forma para que hicieran sus funciones. En el ámbito de la Cultura hubiera sido relativamente fácil que las competencias hubieran sido asumidas por otras administraciones. Pero hay otros servicios que son imprescindibles y que no se pueden prestar desde la capital. Cuando hay una avería de agua en un pueblo de 10, 30 ó 150 habitantes, el problema no es lo que cuesta el fontanero, el problema es que no hay fontaneros para arreglar esa avería. O hay un servicio técnico que te garantiza que esos profesionales van a estar 24 horas al día los 365 días del año al servicio de los municipios más pequeños o hay servicios que no se van a poder dar. Y los ciudadanos somos todos iguales, vivamos en una ciudad o en un pueblo con 20 vecinos. Es un debate que desde el punto de vista teórico está bien planteado, pero luego, a la hora de la verdad, para prestar los servicios fundamentales que las diputaciones prestan se necesita un organismo que lo haga.

Aparte de funcionario de la Diputación, ha sido muchos años profesor asociado de la UAH. ¿Cómo valora su experiencia docente?
Como un regalo de la fortuna. Los primeros años estuve como profesor de Archivística pero, a partir de 1997, cambié la plaza y pasé a ser profesor asociado del área Medieval que es mi especialidad como historiador. Ha sido un complemento profesional que he disfrutado mucho  porque las asignaturas que he impartido han tenido un componente muy práctico. Ha sido muy gratificante enseñar a los nuevos historiadores e investigadores que la Historia es una ciencia que se hace con la documentación, que no sólo se hace con la bibliografía sino con los documentos que los seres humanos en otras épocas han ido produciendo y que nos permiten reconstruir el pasado. 

Ha realizado múltiples estudios sobre la provincia. ¿Se siente especialmente satisfecho de alguno?
Señalaría dos que, además, van unidos. El primero no se plasmó en una publicación sino en un proyecto totalmente exitoso, el Camino del Cid. Cuando la Diputación de Burgos decidió impulsar una ruta turístico-cultural basada en el Poema del Mío Cid invitó a las diputaciones de Soria y Guadalajara a sumarse. La entonces diputada de Cultura, Carmen Plaza, decidió que yo me incorporase a esa iniciativa. Trabajamos mucho y muy profundamente con reuniones intensas para fijar el itinerario que reflejaba el texto del poema. Lo conseguimos y, poco a poco, pasó a ser una de las realidades turísticas más potentes a nivel nacional e incluso internacional. Aquel proyecto de estudio e investigación me produce gran satisfacción. El otro es un proyecto personal que es el haber podido reproducir la trayectoria histórica verdadera, fuera de las leyendas, de un personaje totalmente vinculado al Cid que es Alvarfáñez. Para mí, Alvarfáñez es el personaje histórico clave más importante del final del siglo XI y del siglo XII español. Sin embargo, la historiografía lo había dejado totalmente desfigurado. 

¿Tenemos alguna asignatura pendiente en materia histórica en la provincia?
Una de las cuestiones que yo creo que tiene totalmente desaprovechada la provincia y todas las administraciones es la poca conciencia de la importancia que tiene Recópolis. Recópolis es un yacimiento único a nivel mundial, un yacimiento por el que todos los años pasan o se ponen en contacto con el equipo científico que trabaja en él profesores de universidades norteamericanas, europeas, asiáticas... Y para la provincia de Guadalajara es un yacimiento más y eso es un error. Recópolis no es un yacimiento más, Recópolis es el yacimiento de la provincia de Guadalajara. Y eso está en el debe del patrimonio provincial.

También fue colaborador que La Tribuna de Guadalajara durante años. ¿Cómo fue esa experiencia?
El planteamiento era divulgar la historia desde el punto de vista científico. En la provincia de Guadalajara, como en todos los territorios, la historia y la leyenda están muy próximas y se da como datos históricos cosas que son leyendas o tradiciones. En todos esos años de colaborador mi objetivo fue decir esto es historia y esto es leyenda. Fue una experiencia muy divertida y, sobre todo, aprendí una cosa, que los historiadores profesionales hemos cometiendo un error: hemos divulgado poco. Si las investigaciones se quedan sólo en el ámbito académico, la conciencia y el conocimiento histórico del conjunto de la ciudadanía cambia muy lentamente.

Un vez jubilado, ¿a qué se va a dedicar Plácido Ballesteros?
Primero, pienso dedicarle mucho tiempo a la familia. Y luego, seguiré  divirtiéndome con la historia, incluso en el ámbito universitario aunque ya sin relación laboral. Estoy participando activamente en varios proyectos e investigaciones.