Si nada los impide y parece que no va a ocurrir, Vox presentará el próximo lunes una moción de censura con la intención -fallida- de descabalgar del poder al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y como tiene carácter constructivo, el candidato a sustituirle es el economista casi nonagenario Ramón Tamames, que en su día fue integrante de la dirección del PCE que ayudó a traer la democracia España, y fundador de Izquierda Unida antes de iniciar una deriva ideológica que le ha llevado a la playa de la ultraderecha.
Será la segunda moción de censura que presente Vox que tiene derecho a hacerlo una vez cada periodo de sesiones, pero el uso y abuso de ese mecanismo parlamentario puede hacer que pierda la virtualidad para la que está pensado. De todas las presentadas solo una, la que llevó a Pedro Sánchez por primera vez a La Moncloa, ha tenido éxito. Al margen de esa vez, las otras ocasiones se ha utilizado para que un candidato presentara sus cartas credenciales para hacerse con el poder, e incluso en estos casos han tenido resultados dispares. Le sirvió a Felipe González para proyectar su liderazgo, le valió a Antonio Hernández Mancha para dilapidar el suyo, y al líder de VOX, Santiago Abascal, para escuchar del exlíder del PP, Pablo Casado "¡hasta aquí hemos llegado!", y sacudirse la presión de la ultraderecha. A Ramón Tamames la moción de censura no le va a servir, políticamente, para nada, porque sus posibilidades de convertirse en inquilino de La Moncloa son nulas, y personalmente para vivir sus últimos minutos de gloria en una aventura política que por su trayectoria pasada merecía otro final, aunque cada quien tiene derecho a elegir como quiere ser recordado, si como el martillo de los oligopolios y el militante antifranquista que fue y por lo que padeció cárcel, o como el instrumento de un partido que considera los gobiernos de Franco mejores que los de la democracia. Pero por supuesto será tratado con toda la cortesía parlamentaria que merece.
Ante la nueva moción de censura de Vox es necesario volver a preguntarse cui prodest?, dado que está condenada al fracaso y además de inútil se puede poner aquí cualquiera de los adjetivos utilizados para denigrarla: estrambótica, vodevil, sainete..., más que para que Vox presente un programa de gobierno de cara al periodo electoral que ya está abierto vuelve a poner en un brete al Partido Popular que tiene la margarita deshojada a favor de la abstención en lugar de votar en contra de Tamames, pero que tiene que nadar y guardar la ropa porque Vox aparece como su socio necesario para recuperar poder en todos los ámbitos, del municipal al central, y todo lo que diga podría ser utilizado en su contra en el futuro. Y presta un altavoz muy interesante para que el jefe del Ejecutivo repita los aspectos que considera un éxito de su gestión.
Por lo pronto, hay varias incógnitas que se tendrán que despejar. La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tiene la potestad reglamentaria de fijar el día para que se debata la moción de censura y lo hará en un momento en que beneficie a su partido. Y aún mayor es la incógnita del tenor del discurso del candidato Ramón Tamames, que afirma que tiene total libertad para hablar…, salvo en aquellas cosas en las que las posiciones del candidato y el partido que lo presenta difieren abiertamente.