Occidente se resquebraja

G. Koleva (SPC)
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La relación entre EEUU y Europa atraviesa su etapa más complicada ante los continuos desplantes de Trump y el acercamiento del norteamericano a Putin

Occidente se resquebraja

Apenas unos meses atrás, la unidad del bloque occidental era algo incuestionable. Sin embargo, el retorno al poder de Donald Trump está dibujando un nuevo panorama de alianzas en el que la separación entre los países europeos y Estados Unidos es cada vez más evidente, y no solo en cuanto a lo que el vasto océano Atlántico se refiere.

Desde que el mandatario norteamericano asumió las riendas de la Casa Blanca a principios de año, han sido varios los desencuentros con sus homólogos del Viejo Continente, con profundas diferencias que se han dejado sentir en el aspecto económico -con la imposición de aranceles recíprocos-, el militar -con la constante amenaza del magnate de abandonar la OTAN si los Estados miembro no elevan su gasto en Defensa- y, especialmente, en el plano bélico.

Trump prometió que, con su regreso al Despacho Oval, las guerras desatadas en los últimos años estaban destinadas a su final. Y, si bien es cierto que ha logrado importantes avances, especialmente en el conflicto entre Rusia y Ucrania, sus métodos despiertan grandes recelos entre los que hasta ahora han sido sus aliados tradicionales.

Su acercamiento a Moscú en detrimento de Kiev, sus exigencias a Volodimir Zelenski para que ceda sus tierras raras a cambio de seguir recibiendo apoyo militar y sus numerosos desplantes al mandatario ucraniano han encendido las alarmas de la Unión Europea, obligada a desarrollar en las últimas semanas un plan de «rearme» con el que busca reforzar al país invadido antes de las posibles negociaciones con el Kremlin, pero también sacar músculo ante EEUU.

Tampoco ha sido bien acogida en Europa la polémica propuesta de Trump para acabar con las hostilidades en la Franja, que pasa por el desplazamiento forzoso de la población gazatí a fin de hacerse con el control del enclave. Pese a que esta iniciativa ha perdido fuelle con el tiempo, la UE, junto al Reino Unido, considera más adecuado el plan árabe que contempla la reconstrucción del territorio palestino, como señaló hace unos días la jefa de la diplomacia del bloque comunitario, la estonia Kaja Kallas.

Estas diferencias suponen la fricción más importante de la peculiar alianza EEUU-Europa, cuyas raíces se remontan a la Segunda Guerra Mundial, cuando la nación norteamericana y sus aliados -Francia, el Reino Unido y la Unión Soviética- sellaron un acuerdo para derrotar a la Alemania nazi. Años después, con la URSS vista como una amenaza, la coalición extendió sus tentáculos en 1949 con la creación de la OTAN, un organismo de seguridad colectiva que acabó generando grandes tensiones con Rusia ante su expansión.

Sin embargo, la relación se enfrió con el primer mandato de Trump (2017-2020). El dirigente republicano ya adoptó entonces una posición muy crítica hacia los líderes de la UE, imponiendo aranceles a los productos europeos y expresando sus dudas sobre la responsabilidad de sus socios en el gasto en Defensa. Un recelo que le persigue también ahora.

Cuando Joe Biden llegó al poder en 2021, el presidente demócrata trató de reparar las relaciones: reafirmó el compromiso de Washington con la Alianza Atlántica, apoyó a Bruselas como un aliado estratégico, en contraste con la postura aislacionista de su predecesor, y trabajó de forma conjunta en la respuesta a la invasión de Ucrania, enviando a Kiev ingentes cantidades de ayuda que ahora el magnate neoyorquino se quiere cobrar.

Rearme de la UE

Si con Biden Europa sintió que EEUU volvía a ser una pareja leal, el regreso de Trump ha vuelto a poner en peligro los lazos transatlánticos tras los bruscos volantazos de su Administración. Y la UE se ha visto obligada a tomar la iniciativa. Prueba de ello es el plan de «rearme» presentado por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen -y apoyado por unanimidad por los Veintisiete-, que busca movilizar hasta 800.000 millones de euros para fortalecer las capacidades militares de los Estados miembro en respuesta al cambio de postura de la Casa Blanca.

«El mundo a nuestro alrededor está cambiando a la velocidad de la luz. Los cambios geopolíticos están haciendo tambalear alianzas. Certezas de hace décadas se están desmoronando», señaló la jefa del Ejecutivo comunitario hace unos días, si bien insistió en que Washington sigue siendo su «aliado» pese a las diferencias.

 Ahora, la gran pregunta es si Europa podrá mantener la relación a flote o si, por primera vez en décadas, deberá aprender a caminar sola en el tablero mundial.