Preguntar a un ingeniero por un puente es abrir una caja de explicaciones e ideas técnicas y diseños innovadores que sirven para salvar un accidente geográfico, pero también es una colosal estructura que supone una manifestación de arte y belleza.
Desde la tecnología romana a las sofisticadas plataformas atirantadas, los puentes son sinónimo de conexión entre pueblos, de comercio entre comunidades, de transporte entre valles y también de creación. Un puente es mucho más que un trabajo de ingeniería civil, es también una expresión humana, y como tal está ligada a la representación artística, a la ciudad y al paisaje donde se ubica. Por eso, desde el principio de los tiempos las poblaciones han deseado salvar depresiones, enlazar orillas, conectar barrios de ciudades y construir lazos entre semejantes para aproximar dos puntos distantes.
Precisamente, España y su abrupta orografía permiten un trabajo excepcional sobre esta clase de conexiones incluso desde antes de nuestra era. Solo así se explica que el país cuente con un amplio abanico de posibilidades de puentes y viaductos que hacen las delicias no solo de profesionales, sino también de profanos que ven en esas estructuras algo magnético y mágico.
Para saciar esa inquietud, el ingeniero de Caminos Carlos Polimón acaba de publicar De puentes por España, un completo manual ilustrado, editado por GeoPlaneta, con el que además de aprender cuál es la diferencia entre puente y viaducto, adentra al lector por el apasionado mundo de estas plataformas.
Un recorrido por España que ha convertido a los puentes en un destino en sí mismos, porque cada vez son más instagrameables. Incluso puede que se llegue a poner de moda el ir de puentes, como ya ha sucedido con otras disciplinas de la arquitectura, la enología o las estructuras industriales.
El objeto del libro es redescubrir estos colosos de piedra, acero y hormigón como un nuevo destino por explorar y que sean visitados por un gran número de turistas.
Nadie se cuestiona no acercarse al Golden Gate de San Francisco o al puente de Brooklyn en Nueva York si uno esta en alguna de estas ciudades para poder disfrutar de cerca de estos iconos no solo de la ingeniería civil, sino también de la creación y del arte.
Lo mismo puede suceder en España, se cuestiona Polimón en su ejemplar. Él empezó a interesarse por la divulgación de estas estructuras cuando descubrió la cantidad de fans que le seguían en redes sociales y que muchos de ellos le pedían consejo para ir a visitar in situ estos monstruos de la ingeniería y hacerse fotografías junto a ellos. Precisamente, el autor destaca puentes de reconocido prestigio internacional como el puente colgante de Portugalete, en Vizcaya, el de Triana de Sevilla o el romano de Cangas de Onís, en Asturias.
Miradores privilegiados
Este ingeniero no se ha cansado nunca de recorrer España una y otra vez para documentar y fotografiar estos colosos. Es su gran pasión. Los puentes, además de ser excelentes piezas de comunicación y conexión de territorios y personas, son magníficos miradores privilegiados para contemplar el paisaje desde las alturas, aquel que solo puede verse a vista de dron.
Esta cualidad es la gran baza de De puentes por España. Estas estructuras permiten al visitante contar con otro foco, es decir, con otro punto de vista, como sucede en los paisajes descomunales que se aprecian desde el puente Ingeniero Carlos Fernández Casado sobre el pantano de Barrios de Luna, en León, o la integración arquitectónica que ofrece el monumental de Arganzuela, sobre el Manzanares.
Otro de los imprescindibles es el famoso San Pablo de Cuenca, que permite al turista meterse en medio del barranco, pero también observar en toda su belleza la ciudad. O el colgante de Valladolid, que ofrece una visión única del Pisuerga desde la rejilla metálica que cubre su suelo, además de contemplar los arcos de los extremos.
Tampoco deben olvidarse puentes de ámbito urbano, que históricamente solían ser el punto de entrada a la ciudad en las proximidades de un río, pero que en realidad quedaban extramuros. Eran emplazamientos defendidos en los que se controlaba la entrada de personas y mercancías. Un caso claro es el viaducto de Teruel, que data de principios del siglo XX o el puente del Pilar.
El libro también es un tributo a la capacidad humana. Cada puente representa un momento histórico y un desafío técnico. Los romanos desarrollaron estas estructuras a través del arco de medio punto; en la Edad Media, construir uno volvió a convertirse en un reto de una magnitud casi imposible; en el siglo XIX se empezó a edificar con hierro -como las famosas estructuras de Eiffel-; y en el XX, pasaron a ser enormes viaductos para el tránsito de vehículos.
Hoy en día, muchos puentes son también obras de arte que buscan humanizar un entorno en conjunción con el paisaje urbano y natural.
De puentes por España supone uno de los mejores recorridos para conocer en primera persona estos gigantes de la ingeniería y no perderse por el camino.