La Asociación de Municipios Ribereños recibe con pesar la esperada noticia de un nuevo envío de agua al levante, con la amargura de no haber modificado todavía las reglas de explotación del Trasvase. Lo que debería ser una buena noticia, la habitual aunque mínima subida en el nivel de agua por estas fechas, se convierte en una nueva losa a sabiendas de que el agua que entre tiene dueño. Quedaban 61,7 hm3 pendientes de trasvasar, que ahora son 88,7 hm3.
Desde la cabecera del Tajo lamentan la demora en la modificación de las reglas de explotación, pero temen que la habitual mano izquierda con la que se trata a la agroindustria, especialmente en este momento de agitación en toda Europa, lastre una nueva oportunidad de poner fin al dislate del Tajo. "Las reivindicaciones del sector no deberían pesar más que las necesidades urgentes de la cuenca cedente", señala el presidente, Borja Castro.
Castro confía en que "el criterio técnico y todas las sentencias favorables se traduzcan en unas reglas de explotación acorde a lo que el escenario actual, la ciencia y el sentido común indican, porque de todas formas el cambio climático impondrá más pronto que tarde la realidad en una industria que es insostenible desde hace décadas".
Los Ribereños recuerdan que sus embalses se concibieron para una gestión plurianual y estarían preparados para afrontar hasta cinco años de sequía en caso de necesidad humana, "tanto nuestra como de otros territorios, a lo que nunca nos negamos".
"Queda por ver si decidimos adaptarnos a la realidad y amortiguar los problemas o preferimos recorrer el camino duro, con el río Tajo muerto, el Mar Menor podrido y el terreno yermo a sendos lados de la tubería".