Mar Sánchez Domènech (Guadalajara, 1997) es una de las grandes promesas musicales que ha dado la provincia. Tras culminar sus estudios en el Conservatorio de la capital y cursar la carrera universitaria en Madrid, esta talentosa pianista trasladó su residencia a Utrecht, donde sigue formándose y desarra su doble faceta profesional como intérprete y profesora. Además, recientemente, ha publicado su primer CD, 'Del tener al ser', que dedica a Franz Liszt, uno de sus compositores preferidos.
¿Cuándo nace en usted el amor por la música? ¿Fue algo vocacional?
La música ha estado constantemente presente en mi vida, por ello, diría que no hay un momento concreto. Cuando yo nací, mi hermana ya tocaba el piano así que supongo que hasta en la tripa de mi madre cuando estaba embaraza, ya lo estaba escuchando. Mi gusto por la música ha sido algo muy natural, al revés, casi no podría imaginarme mi vida sin música porque nunca ha estado desligada. Tuve bastante claro desde pequeña que quería tocar el piano y dedicarme a la música.
¿Por qué el piano?
Por el piano en sí. El piano es un instrumento especial, es muy completo y tiene una gran complejidad. Tampoco me imagino tocando otro instrumento, me parece el más natural para mí, es muy orquestal y tiene muchas posibilidades tanto de sonido como de repertorio. Estoy muy conforme con la elección.
La pianista guadalajareña Mar Sánchez Domènech. - Foto: Javier Pozo¿No es un instrumento demasiado individual o solitario?
Precisamente, ésa es una de las cosas que más me llaman la atención de mi propio instrumento. En parte, me gusta la intimidad que tengo con mi piano, no dependo de nadie pero, a la vez, no tengo por qué estar sola porque esa conexión la tengo tanto con el público como si decido tocar a cuatro manos, con orquesta y también se puede tocar, en grupos de cámara. Lo bueno es que tiene las dos facetas.
¿Cuál fue su trayectoria formativa en el ámbito musical?
Empecé a tocar con cuatro años porque había un piano en mi propia casa y sacaba melodías de oído. Luego, mis padres me apuntaron con una profesora particular un par de años y pasé al Conservatorio de Guadalajara. En la Universidad Alfonso X El Sabio hice la carrera musical y, después, marché a Países Bajos a hacer un postrado. Hice un máster, estuve también de intercambio en Italia y, ahora, estoy haciendo mi segundo máster de piano en Países Bajos.
¿Cómo recuerda aquellos años en el Conservatorio de Guadalajara?
Los recuerdo con bastante cariño. Siempre que vuelvo para dar un concierto o he acompañado a niños a pruebas es, como de repente, volver al pasado. Es entonces cuando me doy cuenta de que gracias a la música he tenido multitud de experiencias y he viajado a muchos sitios que, en ese momento, cuando era pequeña e iba al Conservatorio, no me podía ni imaginar.
La pianista guadalajareña Mar Sánchez Domènech. - Foto: Javier Pozo¿Es necesario salir al extranjero para hacer carrera en el mundo de la música clásica?
Tanto como que sea necesario, quizás no porque en España hay muy buenos profesionales y los alumnos también tienen bastante nivel. Pero, es verdad, que en mis últimos años del Conservatorio y durante la carrera, uno de los objetivos que siempre tuve claro es irme fuera. No porque lo viese como la única opción para ser alguien en la música sino, más bien, por la experiencia que supone salir de tu entorno ya abrir la mente. En mi caso, ha sido muy enriquecedor salir fuera y vivir en el extranjero porque me ha hecho crecer mucho como persona. Lo que sí que noto es que ha habido momentos en que me he sentido más valorada como música fuera que en mi propio país. Aquí, si tienes un buen nivel como músico, si sacas buenas notas, se te reconoce algo, pero nada comparable a otros países. Salir al extranjero fue para mí como una explosión de oportunidades. Igual no pasa en todos los casos, pero a mí me ocurrió así, noté un cambio importante a la hora de recibir apoyos, becas, de generar proyectos, conciertos, etc.
¿Puede deberse a cierta falta de cultura musical en España?
Creo que en España el nivel medio de cultura musical en más bajo en el sentido de que tenemos los recursos y se podrían crear las oportunidades, pero el público en general tiene menos tradición. En Países Bajos, donde vivo, ves que el nivel de conocimiento del público es más alto. Quizás, aquí falta que la gente se interesase más por la música clásica y estoy segura de que cualquier persona que se acercarse a ella, le iba a encantar, lo iba a sentir como un descubrimiento para su desarrollo personal. En España, casi todo el interés por la música clásica viene siempre de los mismos focos de masas, y creo que falta que la gente tenga interés genuino, curiosidad y perder un poco el miedo.
¿Ese miedo está relacionado con el elitismo que se suele atribuirse al mundo de la música clásica?
Es verdad que hay un cierto elitismo en el sentido de que la música tiene unas características que requieren de cierta finura y disciplina, unos valores que faltan mucho hoy en día en el bienestar de las personas. Pero creo que lo que hace falta es perder ese miedo porque el elitismo del que se habla, cuando te introduces en este mundo, deja de existir.
¿Tiene también relación el lugar que la música ocupa en el currículo educativo desde la escuela?
Absolutamente. Sería clave que hubiese un mayor apoyo institucional a iniciativas educativas musicales que realmente funcionasen. Por ejemplo, que se instaurase la posibilidad de aprender un instrumento que no sea la típica flauta dulce. Donde de verdad los niños despertarían el amor por la música sería en los coros. Y para los coros apenas hacen falta recursos, voz tiene todo el mundo. También sería muy bueno la creación de bandas y orquestas en los colegios, en los conservatorios y en las escuelas de música tal y como se hace en Latinoamérica; el nivel iba a subir automáticamente.
¿Qué cree que le aporta a una persona el tener ciertos conocimientos musicales?
Lo primero, autoconocimiento y, luego, apertura metal y emocional. También interés intelectual, es decir, el desarrollo de la curiosidad y de impulsar los límites de uno.
¿Le ha costado mucho llegar a su nivel actual como pianista?
Sí, requiere de mucho esfuerzo. Es toda una vida dedicada a ello. Pero no veo que el esfuerzo sea algo negativo, el esfuerzo está presente en la vida, de hecho, es lo que al final hace que valoremos las cosas y que vivamos la vida plenamente. Sin duda, merece la pena.
¿En qué momento de su carrera se encuentra ahora mismo?
Noto que estoy entrando en una nueva fase con el segundo máster que estoy cursando y me he incorporado más al mundo laboral como profesora. Y lo que vendrá es inesperado porque acabo de grabar un disco como intérprete y no sé lo que me puede deparar. Es un CD monográfico de Liszt e incluye también tres transcripciones:una de Bach, otra de Schumann y la tercera que la he creado yo. Es un CD como intérprete y un poco como arreglista.
¿Es Liszt su compositor preferido?
Sí, es uno de mis favoritos. Desde que empecé a tocarlo, sentí una conexión especial, como si la búsqueda de tocar de una manera genuina con lo que tú sientes se diese de forma más fácil al tocar su música. Últimamente me he centrado mucho en Liszt, pero me gusta variar. No suelo ofrecer recitales de un único autor, ahora con Liszt ha ocurrido, pero en general toco de todo. Creo que es mejor ser más polifacético.
¿Ofrece muchos recitales?
Depende de la temporada, ofrezco más conciertos y recitales o me toca preparar repertorio. Lo que me gusta es alternar. Hay fases en las que doy más recitales y otras que son como de introspección, de pensar en cómo quiero que sea mi música, en cómo quiero desarrollarme como intérprete y en las que me gusta centrarme en otro tipo de proyectos, en estudiar y en preparar próximos conciertos.
¿Disfruta también de su faceta como profesora?
Me encanta. Doy clases a gente de todas las edades. He tenido alumnos desde los dos años hasta ancianos. Creo que la música es buena para todo el mundo. Tengo una forma de enseñar bastante personal influida por mis conocimientos sobre pedagogía, trato de adaptarme siempre a lo que cada alumno necesita.
¿Cómo se difiniría como pianista?
Siempre intento buscar la intimidad y la autenticidad al tocar. No me gustan las imposturas. Creo que el arte tiene que ser algo, en mi caso por lo menos, muy genuino y que me haga sentir muy segura de que estoy transmitiendo lo que pretendo. En esta cultura del escaparate y de las redes sociales en la que vivimos, es muy fácil perderse en las fachadas y yo intento tener un equilibrio.
De todos los escenarios de Europa en los que ha actuado, ¿hay alguno que le haya impresionado o del que guarde un mejor recuerdo?
Guardo mucho cariño a un festival que hay en Lituania que se llama 'Kaunas Piano Fest' que es sólo para pianistas.
¿Para cuándo podremos escucharla en Guadalajara?
Tengo previstos varios conciertos en España este año. En abril-mayo seguramente estaré en Madrid y para julio en Barcelona. Pero en Guadalajara, de momento, no tengo nada. Me gustaría hacer un concierto de presentación del CD, pero todavía no tengo nada cerrado.