Al prestar juramento ante las Cortes Generales comprometiéndose a desempeñar fielmente sus obligaciones guardando y haciendo guardar la Constitución y las leyes y respetando los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas, jurando, además, fidelidad al Rey-según lo establecido en el Art. 61 de nuestra Carta Magna-, la Princesa Leonor, será protagonista de un hecho político cargado de significado.
En la ceremonia queda sellada la continuidad del compromiso histórico de la Corona: el respeto a los principios constitucionales y la democracia plural tal y como con probidad y prudencia viene desempeñado como Jefe del Estado y símbolo de la unidad y permanencia de España, su padre, el Rey Felipe VI.
En días como estos en los que la incertidumbre preside el escenario de la política asistimos, pues, a una certeza a la que no podrán hacer sombra las ausencias de algunos parlamentarios -diputados y senadores- perteneciente a partidos como ERC, EH Bildu, Junts, el BNG o el PNV. La ausencia de representantes del éste último partido cuyos mayores sí asistieron en 1986 al juramento del entonces Príncipe Felipe -estuvo presente el lehendakari Ardanza- obedece a cálculos políticos domésticos. El año que viene hay elecciones en el País Vasco y parece que a la actual dirección del partido le está entrando una suerte de temblor de vísperas ante el crecimiento de EH Bildu y por eso deben pensar que necesitan exhibir músculo abertzale.
La ausencia los parlamentarios de Junts -la formación que mueve a distancia Carles Puigdemont- entra dentro de la órbita errática que despliega este grupo independentista que por azares del destino tiene estos días en sus manos la llave de la futura gobernación de España puesto que de sus siete votos en el Congreso -a cambio de una amnistía y un lote de otras concesiones todavía no desveladas- depende la investidura presidencial de Pedro Sánchez. Que tres ministros -Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón- se sumen a esas ausencias supone un acto indigno que el presidente del Gobierno no debería amparar. Pero lo pequeño -las mencionadas ausencias- no puede ensombrecer la trascendencia histórica de la ceremonia de Juramento de la Constitución por parte de Doña Leonor en su condición de Princesa Heredera.
Tampoco las incertidumbres que sembraron las palabras del presidente del Gobierno en funciones al señalar que "la amnistía -el peaje a pagar por la investidura- no es el fin del camino". Expresión que, dada su acreditada labilidad ante las exigencias de los separatistas, parece anunciar nuevas y sí cabe más onerosas concesiones a quienes se declaran públicamente enemigos de la Monarquía parlamentaria, forma política del Estado español, según establece nuestra Constitución.