Un cambio inesperado

Diego Izco (SPC)
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Los dos clásicos del curso (ambos con goleada del Barça) marcan la táctica del duelo de La Cartuja

El cuadro azulgrana infringió una contundente goleada a su eterno rival el pasado mes de octubre. - Foto: Juanjo Martín (EFE)

Desde la fundación de Barcelona (1899) y Real Madrid (1902) se han disputado 259 clásicos del fútbol español y el peso histórico de tanto duelo es gigantesco. El planeta se para. Sin embargo, los 257 anteriores a los disputados esta temporada influyen poco para analizar el destino de la final de la Copa del Rey, condicionada por los dos últimos. 

Nada hacía presagiar, antes de comenzar el curso, que los azulgrana se presentaran así en el tercer y penúltimo clásico de la campaña. El Real Madrid había impuesto su ley en los últimos cuatro duelos directos: 0-4 en las semifinales de la Copa, 1-2 y 3-2 en Liga y 4-1 en la final de la Supercopa de 2024. Parecía el inicio de una 'tiranía' cantada, más aún después de que los culés apenas habían podido reforzarse y los merengues al fin consiguieron a su particular joya de la corona, Kylian Mbappé, para iniciar una era dorada. 

Dos nombres alemanes voltearon la dinámica. Toni Kroos por ausencia, Hansi Flick por presencia. La abrupta retirada del centrocampista dejó al Real Madrid sin fútbol. Era el pegamento que lo unía todo. El técnico, por su parte, aterrizó en 'can Barça' con algo parecido a una varita mágica: convirtió a los 'transferibles' en piezas fundamentales, elevó el espíritu del equipo, lo dotó de alma, apostó por canteranos, recuperó a descartados… El bloque ha creído en el plan del estratega de Heidelberg, suicida en ocasiones pero altamente efectivo en los duelos clave de la temporada, como las dos victorias ante el Madrid, puras inyecciones de moral y fe en el plan. 

Liga

En la 11ª jornada se decidía el liderato. El Barça llegaba al Bernabéu con nueve victorias y una derrota (27 puntos) y el Real Madrid, invicto con siete triunfos y tres empates (24) se relamía ante la posibilidad de continuar con su racha ante los azulgrana. Fue el duelo en el que el 'planeta-fútbol' constató que el plan aparentemente temerario de Hansi Flick era un caballo ganador. Dejar decenas de metros a la espalda de la zaga frente a 'bichos' como Vinícius o Mbappé tenía temblando al barcelonismo… pero la zaga en línea, aquella que recordó a la del Milan de Sacchi en otra noche negra para el aficionado blanco, mató a Ancelotti. 

Fue el partido de los fueras de juego. Hasta 12 veces cayeron los atacantes blancos en la trampa liderada por Íñigo y Cubarsí. Marc Casadó, una apuesta casi ciega del alemán para la medular, se doctoró en el Bernabéu: ante un mediocampo de cemento (Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Bellingham por delante), el joven canterano culé dio una lección táctica junto a Pedri y Fermín: un 59 por ciento de posesión visitante y 15 disparos frente al 41 local y apenas ocho intentos. 

Supercopa

Las cosas habían cambiado en Yeda. El Madrid estaba a un solo punto del Atlético (44 a 43) y al Barça parecían haberle 'pillado el truco': se había estancado en 38 puntos. Cuando ambos llegaron a la final -y sobre todo cuando Mbappé anotaba el primer tanto nada más arrancar el duelo- las apuestas eran blancas. Sin embargo, el dominio azulgrana volvió a ser grande. 

Ancelotti había cambiado. Si el 4-4-2 de la Liga le salió mal, apostó abiertamente por un 4-3-3: Tchouaméni como central y Rodrygo en punta. Las estadísticas se equilibraron (48%-52% en la posesión… y más disparos del Madrid: 19 a 14), pero el hecho de tener un equipo tan largo facilitó el juego entre líneas del Barça, que fue añadiendo goles al marcador con una facilidad pasmosa, hasta el punto de que la expulsión de Szczesny a los 56 minutos (con 5-1) frenó la sangría. 

El Madrid empleó dos sistemas diferentes y fracasó con ambos. El Barça usó el mismo (solo dos cambios, Gavi y el propio Szczesny por Fermín y Peña) y triunfó con holgura. Dos precedentes que marcan a fuego el «partido más bonito» de la temporada en La Cartuja.