La elección del líder del PP catalán, Alejandro Fernández, como candidato de su partido a la presidencia de la Generalitat, tiene toda la lógica desde el punto de vista interno de esta parte del partido que lidera Alberto Núñez Feijóo, por cuanto se trata del dirigente del partido mejor valorado en Cataluña, apoyado por numerosas asociaciones antisoberanistas, bien considerando como parlamentario y porque se ha hecho acreedor al puesto por el trabajo realizado desde la irrelevancia de los tres escaños que el PP tiene en estos momentos en el Parlament catalán, disuelto por la convocatoria de las elecciones del próximo 12 de mayo.
La tardanza en la designación de la candidatura de Alejandro Fernández y las dudas en la dirección nacional sobre este nombramiento, cuando Feijóo apostaba porque la cabeza de lista fuera la europarlamentaria, Dolors Montserrat, o sonaba el nombre del concejal barcelonés Daniel Sirera, estaba relacionada con el enfrentamiento que Fernández ha mantenido con el líder de su partido al que le ha censurado la política de acercamiento a Junts, el partido de Puigdemont, al que Feijóo ha realizado algunos guiños de cara a una futura relación con el independentismo conservador, cuando se muestre más volcado en las cosas de comer que en las cuestiones identitarias.
Alejandro Fernández, por tanto, ha logrado torcer el brazo a Génova al imponer su designación, lo que puede considerarse una muestra de pragmatismo por parte de la dirección popular, pero también deja traslucir una cierta debilidad del liderazgo de Feijóo por no haber podido imponer su criterio, que se suma a la condescendencia con que trata a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a la que se cuida mucho de molestar, o con la falta de críticas a sus barones regionales que están asimilando los postulados de la extrema derecha en cuestiones como la memoria democrática, la supresión de oficinas anticorrupción y la falta de contundencia ante los mensajes racistas, antiinmigración y machistas del partido se Santiago Abascal.
Con el discurso de que el PP catalán es el único partido genuinamente constitucionalista que queda en Cataluña, después de que todas las encuestas prevean la desaparición de los restos de Ciudadanos, los que quedaban después de que en las anteriores elecciones autonómicas la mayoría de sus votantes se pasaran al PSC, Alejandro Fernández puede multiplicar por cuatro los escaños con los que cuenta en la actualidad y lograr que Cataluña deje de ser un agujero negro para las expectativas del PP en unas elecciones generales, y dejar muy atrás a Vox.
De los resultados que obtenga Alejandro Fernández dependerán sus posibilidades de seguir al frente del PP catalán cuando se celebre el aplazado congreso regional, si conserva el apoyo que la militancia catalana le presta ahora o si tendrá que hacer frente a nuevas maniobras para descabalgarle por su abierto enfrentamiento con Feijóo, que el adelanto electoral y la inconveniencia de buscar un nuevo candidato con posibilidades de obtener un buen resultado han aplazado.