Jesús Campoamor saluda al amanecer día a día. Dice que «el horizonte es corto» y que, para él, tener proyectos a largo plazo ya es «completamente absurdo». El pasado jueves 9 de junio, este afamado pintor guadalajareño celebró su 90 cumpleaños rodeado de «su prole», o lo que es lo mismo, junto a su mujer, sus siete hijos, sus nueve nietos y sus dos biznietas. El jardín de su casa de Torija, donde reside desde hace 46 años, fue el escenario de tan formidable acontecimiento. Se siente afortunado porque es consciente de que son pocos los que llegan a nonagenarios con las estupendas facultades físicas y mentales que él atesora. Y lo que es más importante: Jesús Campoamor sigue al pie del cañón, con la paleta y el pincel entre sus manos. «Yo no dejo de pintar, pinto todos los días cuatro o cinco horas», asegura.
Sin duda, es una suerte para todos el poder seguir disfrutando del talento y del inconfundible sello personal de uno de los artistas contemporáneos más sobresalientes que ha dado la provincia de Guadalajara. Ahora, es un momento idóneo y, quizá irrepetible, para volver a saborear la mejor obra de Campoamor gracias a la magnífica exposición retrospectiva que ofrece en la Sala de Arte del Centro San José y que estará abierta hasta el 15 de junio. «Quería organizar una exposición y pensé que con los años que tengo no sé si iba a tener ganas de hacer otra, así que pensé que lo mejor era que fuese antológica para que la gente que no conoce mis cuadros más antiguos tuvieran la ocasión de hacerlo y de ver mi evolución», explica.
«En esta muestra creativa quiero sobre todo sintetizar mis conceptos sentimentales y pretensiones pictóricas en la obra que expongo, mostrando la huella de mi largo paso a través de horizontes, serranías y valles de nuestra entrañable tierra». Son las palabras que el propio Campoamor utiliza en el catálogo de esta muestra para resumir el contenido y la finalidad de la misma. Como siempre, los paisajes alcarreños son los grandes protagonistas de unos cuadros que demuestran ese dominio de la luz, el color y la textura que sólo grandes como Campoamor consiguen alcanzar. Campos rebosantes de amapolas y de lavanda, diferentes panorámicas desde Torija, vistas del cerro de Atienza y otros muchos rincones naturales dan vida a una exposición impregnada cien por cien de Guadalajara. «La Alcarria es un mosaico de colores, lo tienes todo. Tienes valles maravillosos, serranías. No hace falta salir de Guadalajara para pintar lo que quieras», afirma el autor al tiempo que justifica el intenso colorido que lucen la mayoría de estos lienzos, una de sus grandes señas de identidad. «Es que la naturaleza tiene esos colores, lo que ocurre es que hay gente que no los ve y tampoco todo el mundo se atreve a pintarlos. La naturaleza hay que observarla», advierte.
Gracias a su memoria fotográfica, Campoamor es capaz de dibujar un paisaje las veces que haga falta sin necesidad de volver a verlo. Por ello, continúa dando vida a muchas de sus panorámicas preferidas como son las que disfrutaba desde El Tejar de la Mata, la casa de Cañizares donde vivió un tiempo Manu Leguineche, uno de sus grandes amigos. «Desde allí, se veía todo el valle del Badiel, Hita, la Muela, el Colmillo y el Ocejón. Ése es un paisaje que he pintado muchísimas veces y sigo pintando, no me canso porque es inmenso y cada día tiene una luz y un color diferente», argumenta. Además, los paisajes de Campoamor no son unos paisajes al uso. Como él mismo los define, son paisajes «idealizados». «No me interesa el hiperrealismo porque yo pinto con mucha fuerza y para eso haría una foto y no pintaría. Lo importante de la pintura es poner la parte de tu creatividad», afirma. Por este motivo, las obras con firma Campoamor son siempre tan «limpias». «Creo que con el color es suficiente. Cuando en un cuadro lo das todo resuelto, la imaginación de la persona que lo está viendo no funciona», declara.El paisaje continúa siendo el leit movit de su obra. «Sigo pintando paisajes porque es lo que más me gusta, las personas son muy complicadas, al ser humano lo veo retorcido», apostilla.
Jesús Campoamor posa con varios de los cuadros que forman parte de esta exposición antológica. - Foto: Javier PozoESCULTURA
Precisamente, ese sentimiento hacia el hombre es el que Campoamor plasma en otra de sus facetas artísticas: la escultura. En esta exposición, también exhibe tres tallas que transmiten la tortuosidad que le sugiere el género humano. A pesar haber realizado grandes obras escultóricas a lo largo de su trayectoria, hace más de cuatro años que no trabaja esta disciplina. «Ahora estoy muy centrado en la pintura y, sobre todo, en el paisaje de la Alcarria», señala.
Con más de 30 exposiciones a sus espaldas, este autor autodidacta se siente incapaz de estimar el número de cuadros que lleva pintados a lo largo de su prolífica carrera. «¿Unos dos mil? Es incalculable». Tampoco lleva la cuenta de dónde está cada una de sus pinturas ni a quién se las ha vendido. «No me preocupa en absoluto», sentencia.
Jesús Campoamor posa con varios de los cuadros que forman parte de esta exposición antológica. - Foto: Javier Pozo
Jesús Campoamor es consciente de que su pintura es «distinta» y eso le agrada porque le identifica. Sin embargo, no le gusta definirse como artista. Prefiere que lo hagan los demás. Los demás lo han hecho siempre con admiración como lo demuestran las bellas frases que le han dedicado Cela, Leguineche, Javier Reverte, Paco Marquina, Federico Muelas y tantos otros de los intelectuales, algunos ya fallecidos, que esta afable hombre atesora como amigos y referentes en su vida. Esas palabras también pueden leerse en esta recomendable exposición. Jesús Campoamor confiesa que, simplemente, le gustaría ser recordado como «un hombre que ama la pintura, que ha procurado no hacer mal a nadie y vivir lo más tranquilo posible». En esa tarea prosigue porque sigue deleitándose cada día con «la paz, el sosiego y las ganas de caminar por estas tierras en paz y libertad» que le ofrece la pintura. Ya solamente tiene un deseso: que el día que se muera lo haga «con un pincel en las manos».
UNA PALETA REPLETA DE COLOR Y VIDA
Jesús Campoamor nació en Guadalajara en 1932 y, aparte de la pintura, cultiva otras facetas artísticas como la escultura y la poesía. A lo largo de su dilatada y fecunda trayectoria, ha realizado más de 30 exposiciones individuales y numerosas colectivas tanto dentro como fuera de las fronteras españolas. La última es la magnífica muestra antológica que puede visitarse hasta el próximo 15 de junio en la Sala de Arte Antonio Pérez del Centro San José, donde el artista exhibe una treintena de lienzos realizados entre los años 1960 y 2022.
Aparte de uno de los pintores más afamados y mejor considerados de la provincia, Jesús Campoamor es conocido por pertenecer al círculo de intelectuales que tuvieron una estrecha amistad con figuras que tuvieron una gran vinculación con la provincia de Guadalajara como fueron Camilo José Cela, Manu Leguineche, Javier Reverte o Paco García Marquina, entre otros. De hecho, conserva en su memoria multitud de vivencias y anécdotas relacionadas con estos personajes que tanta impronta han dejado en su biografía. Así lo reflejan los numerosos textos que éstas y otras personalidades dedicaron al conocido pintor de la Alcarria. «Saludo en Jesús Campoamor y en su sabia pintura el preciso instante en que el pincel y la voz cantan la melodía de la parda Alcarria», suscribe Cela.