Sinopsis oficial
Narra los últimos días de vida de la legendaria soprano en el París de los años 70. La diva, recluida en su apartamento de la capital francesa, lucha en privado con sus inseguridades y relaciones tormentosas, como la que tuvo con el magnate griego Aristóteles Onassis, mientras que el mundo entero la adora por su prodigiosa voz.
La crítica -
Por Juana Samanes
Nuevo acercamiento cinematográfico a la figura de María Callas, realizada por el director chileno Pablo Larraín, quien lleva una carrera profesional marcada por películas donde pone el punto de mira en icónicas mujeres, sus anteriores películas: Jackie y Spencer, exploraban las vidas de Jackie Kennedy y Diana de Gales.
María Callas narra los últimos días de la famosa soprano, donde describe su reclusión final en su lujoso apartamento parisino solo acompañada de dos fieles sirvientes. No obstante hay continuos flash back sobre los momentos fundamentales de su vida y sus complejas relaciones personales, poniendo especial acento en la historia de amor que mantuvo con el magnate griego Aristóteles Onassis.
Este film de Larraín cierra su trilogía de mujeres famosas, de vidas desgraciadas quienes, de alguna forma, coincidían en que tras una existencia aparentemente privilegiada se escondían tragedias personales. En el caso de Maria Callas profundiza en los contrastes de su vida: mientras contaba con millones de admiradores en todo el mundo debido a su prodigiosa voz, ella, en su intimidad, luchaba con sus inseguridades y con unas relaciones amorosas que le brindaron poca alegría.
Angelina Jolie ha hecho un gran esfuerzo por dar una patina de autenticidad a esa diva de pies de barrio: está mejor en su faceta interpretativa que, digamos, operístico, donde no está perfecta a pesar de que asumió el desafío de prepararse con cantantes de ópera y profesores de canto quienes le ayudaron a tener una postura correcta, la respiración, el movimiento y el acento. De hay que aunque en la mayor parte de las arias se escucha a Callas, siempre hay un fragmento de Angelina.
Posiblemente la película de Larraín sea la más triste de las películas sobre la soprano porque narrando los últimos días de su vida, como también hizo Franco Zeffirelli en Callas Forever, en esta ocasión se detiene en el drama de la diva que tenía "rota" la voz, algo difícil de soportar para una mujer para quien estar en un escenario y cantar eran, con se escucha en la película, "una exaltación, una intoxicación". También se detiene en la fidelidad de sus dos sirvientes: Ferruccio y Bruna (magníficamente interpretados por dos intérpretes de solvencia como Pierfrancesco Favino, y Alba Rohrwachero) capaces de soportar los caprichos a veces absurdos de la Callas, sin olvidar, por supuesto, el dolor que sufrió por el abandono de Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida. Es importante reseñar que en esta película, más que en ninguna otra, queda clara la personalidad egocéntrica del magnate griego, un hombre que no sabía amar y al que le gustaba lucir como trofeos a mujeres destacadas; primero una diva del bel canto, luego la viuda del presidente más carismático de EEUU. Ambas féminas casualmente biografiadas por Larraín.
María Callas, como es usual en las películas del cineasta chileno cuenta con una fotografía y un vestuario especialmente cuidados, lo que la hacen una película visualmente muy bella.