«Cuando se estrenan películas sobre un conflicto bélico que he cubierto siempre tengo la curiosidad de ver cómo lo tratan», explica la periodista Olga Rodríguez, que ha trabajado como corresponsal de guerra en varios países. «Es un género que suele tener cintas muy interesantes», añade el actor Juan Diego Botto. «En los años 80 se estrenaron El año que vivimos peligrosamente, Los gritos del silencio o La chaqueta metálica, películas que en ningún momento ofrecen una visión romántica de los conflictos bélicos. Son todo lo contrario al cine de propaganda. Tienen unos tempos, una cadencia y una voluntad de explicar una realidad que siempre es muy compleja», relata.
Todos los sábados de octubre TCM dedicará su programación de noche a una selección de películas que han reflejado la vida y el trabajo de los reporteros de guerra. Este especial está acompañado de una charla en la que intervienen el actor Juan Diego Botto, que acaba de estrenar en la Mostra de Venecia su primer trabajo como director, En los márgenes, y Olga Rodríguez, guionista de este filme, que cubrió como periodista la invasión de Irak en 2003 y diversos conflictos bélicos y movimientos sociales, sobre todo en Oriente Medio. Los dos, en un Cara a Cara, conversarán sobre cómo afrontan los periodistas su trabajo en un conflicto bélico y cómo lo ha reflejado el cine.
Hablarán, por ejemplo, del filme de animación Un día más con vida, dirigido por Raúl de la Fuente y Damián Nenow, basado en el libro autobiográfico escrito por Ryszard Kapuscinsky en el que este famoso reportero describe la lucha por la independencia de Angola en 1975. «Kapuscinsky decía que de todas las preguntas que se hace el periodismo: el qué, el quién, el cuándo, el dónde y el por qué, la más importante es el por qué», explica Olga Rodríguez. «El por qué es lo que diferencia al periodismo de un juego de niños. El por qué implica un esfuerzo, ir a las raíces de las cosas, una investigación y una contextualización», dice la reportera.
Jack Nicholson es el protagonista de ‘El reportero’. «Los estereotipos que no soporto en este tipo de películas son los que tienden a hacer una historia binaria, de buenos y malos. Los que infantilizan las cosas, que tiran de cliché en lugar de buscar la verdad», expone por su parte Juan Diego Botto. «Hay algo que se me antoja pornográfico y es hacer un espectáculo de algo que es el fracaso absoluto de la civilización. No hay nada más atroz que una guerra», sentencia el intérprete.
Entre los largometrajes que se verán hay títulos como Adiós a las armas, basado en la novela de Ernest Hemingway, con Gary Cooper y Helen Haynes, que dirigió en 1932 Frank Borzage y Los gritos del silencio, de Roland Joffé que muestra los horrores de la guerra de Camboya. Ahí podemos encontrar, según explica Olga Rodríguez, la figura del fixer. «Son periodistas locales o personas que tienen contactos en su ciudad o en su país y que a los corresponsales o enviados especiales nos proporcionan mucha información. Es decir, nos abren camino y nos ayudan a hacer nuestro trabajo. Las guerras siguen, los periodistas extranjeros nos vamos, pero ellos se quedan y en muchos casos acaban en la cárcel, muertos o, en el mejor de los casos, exiliados».
Para Juan Diego Botto en todas las películas de guerra el corresponsal es la mirada ajena. La mirada que trata de entender un conflicto. «Como espectadores sabemos lo que sabe el periodista, que es poco. Somos ajenos a la situación de ese país y, a través de los ojos de ese corresponsal, nos situamos en el conflicto». Para el actor y director, el periodista no es un frío cirujano que debe mantener sus emociones al margen, sin comprometerse ni con unos ni con otros, aislándose de todo lo que sucede a su alrededor. «Una guerra nos lleva al límite», responde Olga Rodríguez. «En nuestra sociedad podemos ser ambiguos y no tomar decisiones ni partido, pero en una guerra, debido a la monstruosidad que está ante nuestros ojos, a veces hay que tomar partido. El periodista no puede limitarse a ser periodista, dejando fuera su alma o su condición de ser humano». Algo que se refleja perfectamente en El americano impasible, ambientada en el Vietnam de 1952 y su lucha por la independencia de Francia.
Relación con los militares
La chaqueta metálica de Stanley Kubrick, ambientada en la guerra del Vietnam, da pie para hablar de las relaciones de los periodistas con los militares. «Desde Vietnam los ejércitos se dieron cuenta de que necesitaban la figura del periodista empotrado, controlado, que incluso firma contratos antes de ser admitido en una unidad militar y que, por tanto, puede ver y contar muchas cosas, pero que se compromete a no contar otras por contrato», cuenta Olga Rodríguez. «Creo que todo suma y cuantas más miradas haya y de diferentes ángulos, mejor. Siempre. Pero tengo colegas que estuvieron empotrados con el ejército estadounidense en Irak y la limitación que tenían era enorme. Y fueron usados para divulgar informaciones que no eran reales y que servían a los intereses de ese ejército», comenta.
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En El reportero, dirigido por Michelangelo Antonioni, Jack Nicholson interpreta a un corresponsal de guerra que se hace pasar por un traficante de armas para conocer, de primera mano, la evolución de los conflictos armados en África. La película nos ayuda a comprender la figura de ese periodista cínico que cuanto más sufrimiento ve y más guerras cubre más cínico se hace. «Ser buen periodista significa ser o intentar ser buena persona», sentencia Olga Rodríguez. «Muchas veces, el periodista más experimentado no es el más cínico o el que tiene la piel más dura sino el que nota el peso de las piedras acumuladas en su mochila y, por tanto, sabe percibir el dolor antes que nadie». Y Juan Diego Botto concluye: «Deberíamos volver a visitar estos títulos para darnos cuenta de que merece la pena insistir en un cine comprometido, complejo y para adultos y que no hable a los espectadores en un lenguaje infantilizado». Títulos como los que se podrán ver todos los sábados de octubre en TCM.