La historia del colegio público Isidro Almazán es una historia cargada de visicitudes, curiosidades y, sobre todo, de lucha y reivindicación. Nunca fue fácil para un barrio humilde y alejado del corazón de la ciudad (primero La Estación y, después, Los Manantiales) contar con unas instalaciones dignas para impartir enseñanza a los hijos de los numerosos obreros que desde comienzos del siglo XX poblaron esta zona periférica de la capital.
En concreto, el CEIP Isidro Almazán se fundó el 2 de febrero de 1923 con la apertura de dos escuelas, una de niños y otra de niñas, ubicadas en sendos locales alquilados por el Ayuntamiento. «Fueron los propios vecinos de La Estación los que mandaron una carta al alcalde diciendo que allí había un barrio y que demandaban servicios, entre ellos, una iglesia y un colegio», detalla Pedro Martín, profesor jubilado de este centro educativo.
Pedro Martín no es sólo un referente de la crónica más reciente del colegio Isidro Almazán, donde ejerció como maestro de Primaria y jefe de estudios durante 31 años, sino que es la persona que más tiempo y empeño ha invertido en investigar los orígenes y y la trayectoria de la que es la tercera institución educativa más longeva de Guadalajara, sólo superada en antigüedad por el Instituto Brianda de Mendoza y por el CEIP Rufino Blanco. Tanto es así que este veterano docente está a punto de publicar un libro que recoge la historia de este emblemático colegio así como testimonios, fotografías antiguas y diversa documentación sobre el mismo.
Fotos actuales y antiguas de las instalaciones y alumnado del CEIP Isidro Almazán de Guadalajara. - Foto: Javier Pozo / Archivo Municipal / Cedidas por P.M.Primer edificio
Según relata Pedro Martín, el primer edificio levantado ex profeso para acoger lo que entonces se denominaban «escuelas unitarias» no sería inaugurado hasta enero de 1931 debido a que «el Ayuntamiento no tenía dinero y la construcción fue muy lenta». Comenzó a funcionar con tres aulas (chicos, chicas y párvulos) hasta que llegó la Guerra Civil y el bombardeo del 6 de diciembre de 1936 «lo dejó muy deteriorado». Transcurrida la contienda española, en 1940, los vecinos de La Estación tuvieron que reclamar de nuevo su apertura, que no se produjo hasta 1942 y «en muy malas condiciones porque la techumbre se caía y las maestras tenía que ir colocando a los niños donde podían para evitar las zonas donde había riesgo de derrumbe». Ese mismo año, el Ayuntamiento bautizó varios colegios de la capital con el nombre de maestros ilustres de la tierra que habían sido asesinados por el bando republicano. Fue el caso del alcarreño Isidro Almazán, un docente fuertemente comprometido con la educación, de arraigados valores cristianos y asiduo colaborador de periódicos de la época como El Debate, en el que escribía artículos sobre temas educativos bajo el pseudónimo de El Maestro Palmeta, siempre en defensa de los derechos y la dignidad de los profesores.
La reivindicación popular se hizo de nuevo necesaria para lograr la reforma del centro que, no obstante, no sería una realidad hasta el curso 1957-58, período en el que alumnado no pudo asistir a clase por las obras, consistentes en el alzado de una nueva planta. «Aquel edificio no tenía luz ni agua, los alumnos tenían que subir el agua para los baños en cubos con una garrucha», comenta Pedro Martín.
La carencia de espacio siempre fueron una constante en el devenir de este colegio debido al incesante aumento de matrículas procedentes, sobre todo, del barrio de La Estación y de las fincas y granjas existentes en las carreteras colindantes. Además, a partir de los años 70 del siglo XX, se fueron sumando los hijos de las familias que se iban estableciendo en el emergente barrio de Los Manantiales. En este contexto, uno de los grandes hitos fue la creación del transporte escolar en diciembre de 1962, algo que permitió la escolarización de los menores que vivían más lejos. Otra de las fechas señaladas del acontecer del centro fue la creación del primer aula mixta en 1970-71, que se extendería a todos los niveles al curso siguiente.
Fotos actuales y antiguas de las instalaciones y alumnado del CEIP Isidro Almazán de Guadalajara. - Foto: Javier Pozo / Archivo Municipal / Cedidas por P.M.A pesar de realizarse dos importantes ampliaciones (un anexo al edificio original en el curso 1973-74 y un segundo edificio en la calle Henares con comedor y cocina en 1976-77), el número de estudiantes seguía creciendo, la proporción de niños de Los Manantiales aumentaba y la administración se vio obligada a planificar unas nuevas instalaciones en su actual ubicación de la calle Buenafuente.
Transición
José Manuel García pertenece a una de las últimas promociones que cursó toda la EGB en los edificios de La Estación. «Íbamos dos y hasta tres autobuses llenos con niños de Los Manantiales», declara. Uno de los recuerdos más entrañables que José Manuel guarda de su paso por el Isidro Almazán le traslada al edificio de la calle Henares, «cuando la profesora nos mandada salir cada día a un alumno por los pasillos tocando una campanilla para avisar que era la hora del recreo».
Tras un curso de transición en el que los dos colegios funcionaron a la vez por motivos de espacio y organización, en el 1983-84 se cerraron las aulas de La Estación y los nuevos edificios de Los Manantiales, que con el paso de los años se tuvieron que ampliar, acogieron la totalidad del alumnado de la zona. Javier Martínez fue uno de aquellos pequeños estudiantes que tuvo el privilegio de inaugurar estas instalaciones. «Nos pillaba muy cerca de casa, íbamos andando. Recuerdo que el conserje y su familia vivían en una casita que había en el colegio y que las clases estaban masificadas, éramos como 40 alumnos por clase, y también me acuerdo cuando estrenamos el gimnasio y nos duchábamos allí», apunta. El matrimonio de maestros formado por don José Emilio y doña Juana Mari o los experimentos químicos de don David son otras de las referencias que este antiguo alumno conserva de su vida académica en este centro que, entre otras cosas, fue pionero en la implantación de la jornada continuada en 1985. Pero, sin duda, si algo caracteriza al colegio público Isidro Almazán desde sus orígenes es su espíritu integrador e inclusivo. «Desde el principio, por toda la documentación que he recabado, el propósito de este colegio siempre fue cómo atender a los niños con más dificultades», constata Pedro Martín.
Fotos actuales y antiguas de las instalaciones y alumnado del CEIP Isidro Almazán de Guadalajara. - Foto: Javier Pozo / Archivo Municipal / Cedidas por P.M.De hecho, fue el primer centro educativo de la provincia que tuvo un aula de educación especial (1979) y, junto con el colegio San Pedro Apóstol, fue precursor a la hora de implantar un programa de integración del alumnado (1985). La creación de una cooperativa para la compra unificada del material escolar y la financiación de las excursiones desde el curso 1987-88, todavía hoy en funcionamiento, también denota esa filosofía a favor de la igualdad entre alumnos.
En este sentido, el desarrollo, entre 1989 y 2008, de un sistema de enseñanza abierto y flexible en el que los escolares no utilizaban libros sino materiales elaborados por el profesorado fue otra de las grandes innovaciones que introdujo el CEIP Isidro Almazán. «Organizábamos las aulas por zonas de trabajo y una guía, los alumnos se movían por la clase y a todos se les atendía por igual», recuerda Pedro Martín. Asimismo, la idiosincrasia que siempre tuvo el barrio de Los Manantiales, cuyas relaciones sociales eran más propias de un pueblo que de una ciudad, marcó un ambiente familiar en la comunidad educativa. Tanto es así que el AMPA del centro, creada en 1979, siempre fue uno de sus grandes baluartes. «La cercanía y colaboración de las familias ha sido enorme. De hecho, muchas iniciativas nacen de la gente del barrio», confirma Martín. «De mi paso por el Isidro Almazán me quedo con la implicación y ganas de trabajar del profesorado, con la integración y buena convivencia de los alumnos sin importar su procedencia o condición social, y con la colaboración de los padres», indica, por su parte, Nieves Sanchéz, maestra del centro 12 años, cinco de ellos como directora.
Actos conmemorativos
Por todo lo pasado y por lo mucho que queda por venir, el CEIP Isidro Almazán ha querido vestirse de gala para conmemorar el centenario de su nacimiento como merece. Bajo el lema De la Estación a Los Manantiales. 100 años de Escuela Pública, celebrará un programa de actos conmemorativos diseñados por una comisión formada por el actual equipo docente, antiguos profesores y miembros del AMPA. Arrancó el pasado 2 de febrero con una bonita jornada festiva, que incluyó la carrera Zancadas por el Centenario, y continuará con otras muchas iniciativas hasta final de curso (una exposición de fotografías y material antiguo, visitas guiadas con los estudiantes a los edificios de La Estación, charlas de padres que fueron antiguos alumnos, etc.). Además, el acto institucional con las autoridades locales ya se ha fijado para el próximo 4 de mayo. «Quiero dar la enhorabuena y felicitar a la comunidad educativa del CEIP Isidro Almazán por su centenario. 100 años de dedicación a la noble tarea de la enseñanza, haciendo posible que los más pequeños de la sociedad puedan ejercer su derecho a la Educación. Que sigamos entre todos y todas construyendo un mundo mejor donde hagamos desaparecer las desigualdades», valora el delegado provincial de Educación, Ángel Fernández-Montes.
Por su parte, la actual directora del centro, Gema Sánchez-Seco, mira al futuro «con ilusión» y con el deseo de seguir manteniendo la inclusión como «el santo y seña» de este centro educativo e ir introduciendo otras prácticas innovadoras. Y, por supuesto, el objetivo siempre será que padres como José Manuel García y Javier Martínez se sientan «satisfechos y orgullosos» de que sus hijos hayan sido alumnos del colegio público Isidro Almazán como lo fueron ellos.