Antonio Casado

CRÓNICA PERSONAL

Antonio Casado

Periodista especializado en información política y parlamentaria


Ecos del 12-M catalán

16/05/2024

Espero que esta sea mi última entrega en la estela opinativa en los ecos del 12 de mayo en Cataluña. Y, sobre todo, que resista la tentación de entrar en el quinielismo sobre la venidera gobernabilidad de este territorio que, dicho sea de paso, es la fibra sensible de la política nacional. Pero sí comentaré algunas llamativas curiosidades en el lenguaje de las urnas.
Por ejemplo, el desmentido al dicho que la derecha española era una máquina de hacer independentistas. Pues deben hacérselo mirar quienes lo aireaban porque la cosecha conjunta del PP y Vox ha superado el 11% de los votos (equivalente a 26 escaños del Parlament), que no es grano de anís en la pluralidad del arco político catalán.
Otra ha sido el "cordón sanitario" del independentismo a su propia rama ultraderechista (Alianza Catalana). El cordón fue soga al cuello, si hacemos números y calculamos lo que hubieran supuesto para Puigdemont (el más cercano en lo ideológico y en lo identitario) incorporar al "legitimismo" de su causa los 118.000 votos obtenidos por el partido liderado por la alcaldesa de Ripoll.
Por el lado de los socialistas de Illa, ganadores de la prueba electoral del domingo pasado, ha pasado bastante inadvertido su distanciamiento de los "ministros del fango" durante la campaña. Por allí no apareció Óscar Puente, ni Bolaños, ni María Jesús Montero. Solo el discreto Jordi Hereu, titular de Industria, Comercio y Turismo, que es catalán y tuvo un perfil tan bajo como el del propio presidente Sánchez, que incluso cedió los decibelios mitineros al expresidente Rodríguez Zapatero.
Una cuarta curiosidad es el extraño desenlace de la carrera de sacos entre Aragonés el pragmático y Puigdemont el dogmático. Los números han empujado ligeramente al alza a Junts, que pasó de 32 a 35 diputados, pero hundieron a ERC que se dejó 13 diputados en el empeño, a pesar de haber controlado los resortes del poder los últimos tres años.
Los votantes más cafeteros en el apremio secesionista se vieron mejor representados en la candidatura de un huido de la Justicia que la de un gobernante legalista. Y de ahí la renuncia del segundo a seguir en primera línea de la política catalana, aunque su error, su inmenso error, no fue tanto su fracaso en las urnas, sino haber recurrido irreflexivamente a ellas cuando los presupuestos de la Generalitat fueron rechazados.
Lo raro del caso es que la marea especulativa de la que hablaba al principio de mi comentario se basa en lo que dicen dos figuras desahuciadas. Una está de salida. Otra flota sobre una nube alejada de la realidad. Por eso me parece absurdo este agobiante quinielismo que ignora el poder modelador de acontecimientos previos a la sesión de investidura, como el resultado de las elecciones europeas, la constitución del Parlament y el impacto político-judicial-mediático de la publicación de la amnistía en el BOE.